miércoles, 18 de agosto de 2021

06539-26.AGUAS ALTAS Y BARAÑES: Los bereberes

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06477 (18.05.2021 - Recogiendo el esparto)

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      Todo parecía estar dispuesto para la gloria de Dios, hasta que un día, desde la torre de El Campello, la voz de los hombres y mujeres se propago por la tierra....

- ¡Beréberes!

     Subían por el amerador casi con lo enteramente puesto. Y a poco tiempo que paso el campo se pringó de rojo, de desaparecidos y de muertos. Las casas, a su paso, eran vueltas en cenizas, las bestias que vagaban remitidas al sufrimiento de la muerte, y el entero sosiego de la vida loco de atar giraba hasta la extenuación.

De un golpe lo tendieron en el suelo, entre piedras, al abrigo de unos matorrales, y al despertar los vio frente a él. Antigua, que tenía un tajo en la pierna, lloraba y los protegía, y cuando Lorenzo quiso buscar a las dos niñas, ni Rosario ni Catalina respondían a sus llamadas.

- Se las han llevado... -decía Antigua-

Poco después encontraron a Silveria, que yacía desgarrada por la entrepierna, a quien hubo que calmar y curar, a quién no conocían. Sufría, descubrieron, del mal del olvido, del mal del miedo, del mal de los nervios, y, descubrieron, al paso desgastado de los días, que trabajaba en silencio y no pedía, de modo que solo tomaba lo que daban. Antigua la quiso a su cargo, casi con el merecido lazo de una hija, y quedó en aquella casa hasta su trágica muerte. Quien sí moriría por entonces fue Pere Arnau. Lo encontró Críspulo en la habitación que fuera de su madre Rosario, Último bastión de la casa que cayó en manos del infiel. Desde Barañes se presentaron en la torre, que mantuvo su firmeza, y desde la misma, siguiendo la corriente de la barrancada de Aguas, llegaron a tierras de Arnau, donde continuaron azotando los campos, cebándose su odio en la casa que encontraron a su paso, por ser la única que hallaron y sobre la que concentraron toda su infiel mezquindad. 

Su cuerpo presidió la ira de Don Antonio:

- ...bestias!; bestias que tienen grandes cantidades de hijos, pues son dados, sin medida, al vicio de la carne, al que son entregadísimos sobremanera, de tal modo que sus platicas y entretenimientos, de ellos y de ellas, sus conversaciones y pensamientos, y todas, aunque pocas, inteligencias son y tratan de esto, no conociendo la gracia de Dios ni guardándose la lealtad unos a otros, ni respetándose entre parientes, sino llevándolo todo a rienda suelta, sin hallar miramientos entre ellos, ni saber de la ley natural ni de la divina, sin remedio para sus pobres y maléficas vidas. Duermen en el suelo, en trasportines, en los escaños de las cocinas y en alboroto unos sobre otros. Casan a sus hijos a muy tierna edad, y ya para entonces entran en los roces de las partes vergonzantes del cuerpo, por lo que se multiplican en extremo y son muchos, pues todos contraen matrimonio y usan del lecho para el mal, no habiendo entre ellos estériles, ni entre ellos los hay clérigos ni monjas y gentes puras por la gracia de Dios.

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