sábado, 23 de marzo de 2019

05042-64.NOTAS PARA UN IMPOSIBLE MANIFIESTO ANARQUISTA: 05.Primera Era: De la Ley a la Hidra Hercúlea: De la Fuerza a la Cofuerza

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05024 (08.03.2019 - 04.Primera Era: De la Ley a la Hidra Hercúlea
                                  La Doble estructura)

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05065 (02.04.2019 - 06.Primera Era: De la Ley a la Hidra Hercúlea
                                       Derecho)


Pero aplicar la doctrina del Santuario sobre el Altar no resulta de la Convicción Personal, es preciso, como ya sucedió, que un grupo de esforzados reconduzcan el devenir natural en un llegar a ser histórico, lo que ha de hacerse con la fuerza como uso. La FUERZA radica en la Decisión, pero su manifestación no es la decisión. Cuando el Iluminado envía a los Avanzados al extremo del Pueblo ejerce la Fuerza, convicción de que el Iluminado es superior, pero la Fuerza se manifiesta por el obrar de los Avanzados. Vemos como la esencia interior se halla oculta, la decisión, mientras que aflora su efecto, la fuerza. Esta dicotomía entre dos variables de la misma cosa, un efecto con causa, donde la causa y el efecto son lo mismo y se muestran distinto, fija una visión irregular referente al Pueblo, quién solo ve y toca aquella parte de la cosa que recibe como cierta: la fuerza. La Decisión del Hombre es una solución sin efecto, mientras que la fuerza empleada por los Avanzados se muestra como un efecto sin causa. El Hombre hace uso de la morada del Pueblo captándola para si, extrayendo de la morada lo ornamental de la Decisión, de modo que solo queda en el sí mismo del Pueblo la fuerza como trastorno de una Decisión no tomada por el Hombre. Obsérvese que, según el concepto, empleamos dos tipos de fuerzas, es decir, la Fuerza y la Cofuerza. De modo que hablamos de Fuerza radicada en la Decisión, y de Cofuerza al uso de los Avanzados. En cuanto a la primera, Fuerza, acontece una voluntad cuyo ejercicio es mera voluntad, de modo que no sale de sí ni se expresa como sí misma sino que se manifiesta como voluntad. Este concepto es fácil de entender si empleamos el modo metafísico, es decir, es así porque es así. Fácil pues para el Hombre actual, que no conoce otro modo de pensar que no sea el metafísico. Sin embargo es, al cabo, un incomprensible entendimiento, ya que comprender que el Hombre es lo que es no resulta perceptible al Hombre actual, pues el Hombre actual carece de Decisión. Ahora bien, nos queda la COFUERZA como ejercicio de los Avanzados, que es aquella que reconoce el Pueblo como real, que se percibe como materialización de la Fuerza. Queda por tanto claro que radicar la Fuerza en la Decisión es lo propio del Hombre, y su ejercicio se extinguirá con las nefastas interpretaciones personales que de la misma hará el Héroe, lo cual se reconoce porque, como ya se dijo, el Héroe es el Iluminado prolongado en el Hombre, que vive fuera del Hato aún surgiendo del mismo, y que se reconoce porque su vida es paralela a la del Estado. La fuerza del Héroe es Fuerza, esto es, voluntad, lo que le asemeja al Hombre, al tiempo que la expresa como fuerza personal, distinguiéndose así del Hombre que vive en el Hato, que está sometido a la fuerza del Estado, es decir, la Ley, a la norma que explicita, a los usos y costumbres, al concepto de lo religioso y, finalmente, a la verdad.              

Hemos visto que no cabe confundir la Fuerza como elemento único y en los dos modos en los que se muestra. De modo que lo que desaparece es la Fuerza, siendo la Cofuerza lo que permanece, y lo que al cabo de la Historia cobra protagonismo, íntimamente unida al segundo de los hijos de la Ley: el Derecho.   

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