viernes, 29 de marzo de 2019

05056-99.CINE: Dolor y gloria

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04940 (02.02.2019 - Los Goya de 2019
                                  02.Gala del egocentrismo cinematográfico
                                       Del Goya al mejor crítico)

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05411 (07.10.2019 - Mientras dure la guerra)


     DOLOR Y GLORIA es una película española, del año 2019, 108 minutos de duración, dirigida y escrita por Pedro Almodóvar, música de Alberto Iglesias, fotografía José Luis Alcaine, interpretada por Antonio Banderas  (Salvador Mallo),  Asier Etxeandia ( Alberto Crespo),  Asier Flores (Salvador niño),  César Vicente (el albañil), cuenta la historia de un director de cine, sus amores, hombres y su madre, entendidos sexuales y de deseo, así como su incapacidad para seguir haciendo cine, y sus enfermedades.

     Tengo que iniciar diciendo que tras el relato innecesario del cuadro médico, empezó a invadirme una modorra, que nada tenia que ver con enfermedad alguna, sino con una soñera que, poco a poco, en el trascurso de la cinta, muto en bostezos, caída de párpados y cierta incomodidad sobre la butaca delante del cinematógrafo, y que terminó en una mezcla de sopor e indiferente letargo. Si lo que pretendía el DIRECTOR/GUIONISTA era aflorar en mí diversos sentimientos, lo consiguió. 

     La DIRECCIÓN se somete al GUIÓN como una relación sadomasoquista donde el segundo lleva la dominación sobre el primero, de forma que el deseo de "hacer" somete a la ejecución de lo que se "hace", y de modo que la simpleza lineal de lo escrito desbarata la dirección del conjunto, implicando como una especie de desconsuelo entre ambos, lo que se refleja claramente en la filmación, generando una absoluta falta de intimismo expositiva, mostrando un cierto distanciamiento entre el deseo de lo pensado en el guión y el producto resultante de su realización práctica, siendo así como la NARRATIVA resulta abrupta y forzada entre el presente y el pasado.
    
     Claramente, de lo descrito en el párrafo anterior, se ve en la CAPTACIÓN FÍLMICA como se obvian los planos de detalle y los grandes primeros planos, fallando los planos representativos, con algún plano general que apenas tiene interés por el ambiente. La cinta es una sucesión de planos de media figura, de modo que los personajes se sitúan en su ambiente y apenas generan acción alguna, y una linea horizontal de captación angular que termina siendo repetitiva, sin gracia. La CÁMARA carece de movimiento subjetivo, no muestra trayectoria alguna, mientras que el RITMO es lento y triste, ligeramente largo y sentimental. Abundan las RELACIONES DE ESPACIO Y CONTENIDO en tiempos diferentes y especialmente con un objeto, un dibujo.

      Por otra parte la FOTOGRAFÍA está como no estando, destaca en el color blanco pero desaparece en la variedad de colores de la paleta en el resto pero sin alcanzar barroquismo alguno, lo que se acrecienta en un MONTAJE deshilachado y con un pegado abrupto, sin finura, carente de pase a negro, produciendo quebradas que desmontan la sucesión de escenas. La MÚSICA quiere suplir el intimismo que la cinta no posee, mediante, creo recordar, un continuo de clarinete.

     A la vista de lo anterior se salva, ligeramente la cinta, por la INTERPRETACIÓN; Antonio Banderas (Salvador Mallo) está ejemplar, copia la parte bondadosa de Pedro Almodovar y oculta su parte oscura, de manera que estamos viendo al segundo y no al primero, ejecutando un magnifico trabajo. Asier Etxeandia (Alberto Crespo) domina plenamente las escenas en las que interviene como complemento de Banderas, mostrando variaciones interpretativas en un personaje rotundo, mientras que Asier Flores (Salvador niño),  y César Vicente (el albañil) amplifican el ruedo de personajes principales, y cargan con los elementos emotivos principales de forma altamente interesante, así como dando profundidad y consistencia al tiempo pasado. Bien la CARACTERIZACIÓN GENERAL de los personajes, vestuario, maquillaje, y peluquería. 

     La IMPRESIÓN GENERAL es que estamos ante una película que habla de ese campo difuso que media entre el hombre y la mujer, y que está hecha para y entienden algunas mujeres y algunos hombres, considerando que las personas, en general, no asisten a la sala cinematográfica a ver cine, sino a recibir historias, de forma que anteponen el sentido a la razón. No es necesariamente recomendable su visionado, salvo por la interpretación. 

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