miércoles, 11 de septiembre de 2024

08540-180.LIBROS: 02.Fernando VII, de Emilio La Parra López

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08538 (11.09.2024 - 01.Fernando VII, de Emilio La Parra López)

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     Hace, Emilio La Parra, referencia al tratamiento artístico de diversos pintores, como Vicente López, José Madrazo o Goya, que lo describen con diferentes tratos a caballo, de pie o bien sentado, con una evidente obesidad, pérdida de cabello, abotargado, o más feo que guapo. Es descrito el rey como mezquino, estúpido, vulgar en su habla, desconfiado, vengativo y cruel, entre otras consideraciones, aunque, no obstante, resalta Emilio La Parra el comentario del teniente de caballería Pablo Estoqui que le llama sabio, afable y austero, concluyendo La Parra que "Fernando no era bobo o tonto", lo que se sostiene en el hecho de que su reinado durase entre 1808 y 1833, y sufriese de diferentes etapas como guerra, y periodos tanto absolutistas como liberales, lo que implica su capacidad de adaptación a diferentes situaciones tanto en cuanto a Godoy, a Napoleón y a la Constitución de 1808

      En cierto sentido se podría decir, nos dice Cómodo Centón, que se trata de una adaptación al medio político, en primer lugar porque negocia con oponentes políticos, dejando de lado ideas propias cuando éstas obstaculizan el logro del fin propuesto, para destruir, de seguido, los acuerdos adoptados e imponer el radicalismo propio; dicho de otro modo, lo que persigue Fernando VII es alcanzar la victoria cuando dispone de la fuerza, como a través de un pacto con el demonio, sin importarle las posibles contradicciones de sus actos e ideas o entre sus ideas y sus actos, y menospreciando las opiniones ajenas, de ahí que diga Emilio La Parra que ni era bobo ni era tonto, añadiendo que "el continuo ir y venir de un campo a otro, el recurso al apoyo de sectores ideológicos y aun contrapuestos prescindiendo de los interés de los españoles, fue el modo de reaccionar de Fernando VII"

      Así, podríamos decir, en opinión de Cómodo Centón, que Fernando VII es un posibilista pues hace de lo imposible lo posible; obedece a su padre Carlos IV, lo destrona, es destronado por Napoleón Bonaparte, acepta al nuevo rey de España José I, jura la Constitución de 1808, la rechaza en 1814, la jura en 1820 y la vuelve a mandar a pasear en 1823; todo un caudal de posibilidades que lo mantiene en el poder a lo largo de toda su vida, dejando un legado de mediocridad en la figura de su hija Isabel II; no es un problema suyo, es un problema de los incautos liberales que nunca se atrevieron a eliminar de la vida al absolutista Fernando VII

     Los españoles ensalzaron a Fernando VII de la mano de los liberales, los cuales creyeron que con la Constitución de 1808 lograban cambiar la forma de la monárquia y del gobierno de España; aquí encontramos el origen del término EL DESEADO, más cuando llega a España en 1814 y deroga la obra de Las Cortes de Cádiz, el término muta en DETESTADO; no es la primera vez ni será la última que una figura política empiece siendo, aparentemente, un buenísimo y termine siendo, aparentemente, un malísimo, pero, el punto que separa a la bondad de la maldad se sitúa en el exacto momento en el cual dicha figura política distingue entre la ausencia de poder y la presencia del poder, lo que percibía Fernando VII sin duda alguna que dude.

    La secuencia viene explicada por La Parra por medio de la TEORÍA PACTISTA o el derecho de los pueblos a elegir, y en el caso que nos ocupa a elegir entre Napoleón y Fernando VII, siendo rechazado el primero por su soberbia frente a los detenidos reales españoles, obligados a salir de España y residir en Francia bajo la custodia del francés, entretanto una nueva dinastía francesa, José I, trataba de imponerse en España, ante todo lo cual Las Juntas reaccionan a favor de Fernando VII

    Los españoles de entonces, paso del siglo XVIII al siglo XIX, carecen de estudios, no saben ni leer ni escribir, no saben firmar documentos, y se encuentran imbuidos del contemplativo estar entre lo absoluto que conocían y la libertad a la que temían, ya que en este tiempo del siglo XIX el cambio lo es, en un mínimo sentido, de las ideas, más no de la realidad, pues lo que acontece es un doble campo entre el absolutismo de los absolutistas sumisos al rey y el absolutismo de la clase ascendente que aspira a ser la nueva nobleza como grupo que manda sobre el rey en virtud de La Constitución de 1808 

     No se trata de los españoles, se trata de la fuerza de LAS CAMARILLAS. Todos los reyes tienen una camarilla de creyentes; los tiene el rey/padre y los tiene el rey/hijo, pero no son los mismos, ya que el hijo rechaza a los creyentes del padre porque éstos conocen el poder y pueden determinar la vida del hijo, de ahí que muerto el rey mueren sus creyentes, y si el rey muerto es sustituido por el rey vivo lo mismo acontece con la camarilla de creyentes. 
      
     La vida de Fernando VII es una sucesión de mentiras personales llevadas a la vida política; entró en conspiraciones, atacó a sus padres, se mostró ante Napoleón, extorsionó, eliminó a quién se opuso a él, dio un golpe de Estado, reprimió a los españoles, perdió colonias en las Indias Occidentales, repuso la Inquisición, y se alió con absolutistas y liberales, dejando un sistema político corrupto que perduró durante más de cien años entre generales y políticos, con sucesivos golpes de Estado, tres guerras carlistas, la pérdida de un imperio en plena decadencia, dos repúblicas impresentables, y una guerra definitiva que propició una dictadura de cuarenta años. 

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