jueves, 1 de febrero de 2024

08053-159.LIBROS: 42.Contribución a Así habló Zaratustra de Nietzsche: 03.El mundo, la vida y la conciencia: 01.La Vida

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08047 (31.01.2024 - 41.Contribución a Así habló Zaratustra 
                                       de Nietzsche
                                 02.El mundo, la vida y la conciencia
                                 02.El Mundo)

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08058 (07.02.2024 - 43.Contribución a Así habló Zaratustra 
                                      de Nietzsche 
                                  04.El mundo, la vida y la conciencia
                                  01.La Conciencia)

2: La Vida

       La “fuerza vital” no es ni física ni química, sino alma. Schopenhauer establece que la vida de la persona es una muerte diferida, en cuyo contenido late, absurdamente, el anhelo de vivir. Entramos en un pesimismo que niega el mundo a través de la voluntad, lográndose tal proceso con la renuncia de los deseos y la explicita pérdida de la conciencia del “yo”. Conforme a esto el “ser” ya no se identifica con el bien, ni con el concepto de bien y fuera del ser, como viene siendo tradicional, se opone el mal. El “ser” es voluntad y quiere ser voluntad, la cual se presenta como razón de ser, sin que contenga razón de ser la voluntad. Quiere sustituir al Ser, pero no quiere ser el Ser, aun ocupando la posición del Ser, de aquí que quiera ser ciega y obre sin inteligencia, esto es, con indiferencia sobre lo creado, deshaciéndose de sí misma a través de lo creado e iniciando de nuevo el proceso de la creación. Esta continua muerte de lo que llega a ser es la conciencia de la vida de la Voluntad, de tal manera que el modo de ser de la voluntad es un continuo vivir, donde nada se opone a este proceso por el cual el devenir del Ser procede de un momento anterior cuyo destino es alcanzar un momento posterior. Se trata de una serie de evolución no tanto de la Voluntad como del proceso evolutivo de la Voluntad, esto es, el Ser como Voluntad, inmerso en un proceso de llegar a ser, sufre representaciones de la Voluntad en un “objeto” que se mueve, haciéndolo desde un “sujeto” inamovible que contempla la existencia del objeto como el horror propio de una visión desestructurada de la vida. Así, la Persona quiere vivir para no morir, pero en ese vivir se horroriza de la vida que vive, esta vida que no merece la pena vivir, llena de dolor, de miseria, caduca, inmersa en una existencia sin sentido, donde, al cabo, solo queda el reposo de la nada, un acto de entrega al desamparo, un anonadamiento que deriva en la liberación de los deseos. 

       Para Nietzsche la vida, además de ser pensada, tiene que ser vivida y son las proyecciones las que dan profundidad y, por tanto, misterio, a la vida; se trata de un flujo y reflujo de eternas idas y venidas de “olas” sobre un mar desconocido, frente al cual la Persona ha de tomar decisiones, y hacerlo de forma terrible; una ola, llena de blanca excitación, se arrastra por la superficie del océano y rompe en las rocas, para retirarse desengañada de la fuerza del mar y de sí misma, ya que no puede ir más allá, pero entretanto ya está en formación de arrastre una segunda ola, que repite el proceso, y apenas más allá una tercera ola, y así hasta la eternidad de todo cuanto vuelve, no se queda y se retira en la soledad de su degradante humanidad. La Persona, en cierto sentido, es como una serie infinita de olas que respetan al mar y dudan ante su fuerza, entre una sublime y sorprendente heroicidad que tiene hacía atrás el Instinto de Conservación y hacia adelante metas y fines que lo reducen y nunca alcanza.

       Cómodo Centón fija la vida como una realidad en “sí misma”, siendo la vida en muerte la realidad “más allá de sí misma”. Zaratustra nos dice que es aquello que siempre debe superarse a sí mismo, y, para terminar, establece Nietzsche, que es una tragedia o compromiso entre dos impulsos y que se presentan como los poderes oscuros del destino; así, pasión, mística y supresión de límites, por un lado, y lenguaje, dialéctica, individuo por otro lado. Como resultado la Persona no sabe emprender nada consigo misma, de ahí que sea la “nada” la que emprenda algo con la Persona. 

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