miércoles, 7 de febrero de 2024

08058-160.LIBROS: 43.Contribución a Así habló Zaratustra de Nietzsche 04.El mundo, la vida y la conciencia: 01.La Conciencia

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08053 (01.02.2024 - 42.Contribución a Así habló Zaratustra 
                                       de Nietzsche
                                  03.El mundo, la vida y la conciencia
                                  01.La Vida)

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08064 (08.02.2024 - 44.Contribución a Así habló Zaratustra 
                                       de Nietzsche: 01.La Voluntad
                                  La voluntad en el ámbito social)


     La persona se atribuye para sí el tener conciencia, atribuyendo al resto de los animales y a la totalidad de los minerales y vegetales la ausencia de conciencia. ¿Quién es la persona para determinar quién tiene y quien no tiene conciencia?

       Tal decisión, tomar la decisión, de tener o no tener conciencia, es un acto de soberbia propio de la Persona.

       Ahora bien, ya ha sido dicho, la Persona tiene conciencia y es el único ser sobre la Tierra que la tiene. La CONCIENCIA es ser consciente de sí mismo y está llena de aquello que es conciencia, está inacabada y carece de fuerzas, no es el entero, pero no es menos, y no se llena de objetos ni de ideas, sino que siempre se dirige a algo en ese que es su mundo. El origen y destino son superfluas consideraciones, ya que el proceso evolutivo es roto por la Conciencia que hace de las acciones de la persona elementos superiores de sí mismo, así frente a la Doctrina de la Evolución bajo la acepción especial de la Teoría de la Descendencia a una idea de la Lucha por la Existencia como fuerza propulsora del desarrollo evolutivo, esto es pugna por sobrevivir de la persona, no persona frente a persona sino de la Persona en su Voluntad de Poder. Esta Voluntad lo es de Verdad si conduce a la Negación Lógica del Mundo, siendo que el mundo conocido por nosotros no es real sino el que nos hemos compuesto, esto es, el CONOCIMIENTO es siempre una configuración “para nosotros” y que nunca puede aprehender el “en sí” de las cosas o la “cosa en sí”. 

       En todo momento Zaratustra apela a la conciencia del hombre, así comienza, “habéis trazado el camino que va desde el gusano hasta el hombre y queda en vosotros mucho de lombriz de tierra. Antes fuisteis monos y aún hoy tiene el hombre más de mono que un mono”, y continúa, ¡yo os exhorto, hermanos míos, a que permanezcáis fieles a la tierra!”. Sí la conciencia no se desvela, no interviene en las decisiones, no forma parte de la vida, la existencia del hombre es permanecer como una lombriz arrastrándose por el suelo bajo la eterna égida del salvador y sin contemplar la luz del sol. Hay que levantarse del suelo, romper el escudo que impide ver las alturas, superar el caminar del mono, retirar fraudes y engaños, y con la conciencia del hombre tomar el camino del superhombre. Sin embargo, para que la conciencia aflore y se haga fuerte en sí misma, es preciso hablar contra la propia conciencia, pues solo así la conciencia no miente. “Hermanos míos, yo no os aconsejo el amor al prójimo. Yo os aconsejo el amor a lo más lejano”, es decir, al superhombre, de otro modo, insiste Zaratustra, amar al prójimo es el desamor hacia uno mismo, la huida de sí mismo, la permanencia en una humanidad que carece de meta, atada, como esta, por la cerviz a la cadena. 

      Más tarde llega la decepción cuando se refiere a los HOMBRES ACTUALES; “no podéis llevar mejor disfraz que vuestro propio rostro, ¿quién sería capaz de reconoceros?, embadurnados con los signos del pasado que nuevos signos recubren. Sois refutaciones vivas de la misma fe y la ruptura de todos los pensamientos. Parecéis amasados de colores y de recortes de papel, pegados juntos”, y concluye “todo merece desaparecer”

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