jueves, 8 de febrero de 2024

08064-161.LIBROS: 44.Contribución a Así habló Zaratustra de Nietzsche: 01.La Voluntad: La voluntad en el ámbito social

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08058 (07.02.2024 - 43.Contribución a Así habló Zaratustra 
                                       de Nietzsche 
                                  04.El mundo, la vida y la conciencia
                                  01.La Conciencia)

DOCUMENTO POSTERIOR
08069 (13.02.2024 - 45.Contribución a Así habló Zaratustra 
                                       de Nietzsche: 02.La Voluntad
                                         La voluntad en el ámbito personal)



        Nos dice Cómodo Centón que un padre manda sobre la niñez de su hijo, disminuye dicho mando sobre la juventud de su hijo, y pierde mando durante la madurez de hijo, aunque todo este proceso de perdida de mando sea el mando de un aparente mando. Es de este modo como en toda sociedad humana existe el mandar como voluntad de mando.

     Para poder mandar es necesaria la existencia de un pueblo que mute en nación y tenga un nacionalismo sobre el que ejercer la soberanía mediante un Estado que contenga un conjunto de patriotas imbuidos de patriotismo, patriotismo que, no necesariamente, pueda extenderse a la totalidad de los miembros de un pueblo. No obstante, el mando es oscilante entre la posibilidad de mandar y dejar de mandar, es decir, todo mando tiende a dejar de mandar, aunque el dejar de mandar sea imposible en determinados casos y situaciones

        Para mandar se tiene que tener la capacidad de mando. Por otra parte, encontramos en lo referente al mandar y mando que existe la duda del mandar y del obedecer, aunque para mandar y obedecer no cabe duda, de forma que para mandar es necesario que exista una opinión pública sobre la que mandar y que el jefe se imponga sobre dicha opinión pública. El mando, por su parte, no puede dudar de su mando y ha de exagerar su posición de mando, en tanto la opinión privada vive mejor si no tiene que decidir, de forma que se manda a alguien y se le manda algo. 

     En la misma línea, la capacidad para hacer es poder y tal poder, para ejercerse, precisa de una voluntad. 

       Lo ya mencionado es lo que encontramos en la Plaza Pública de Nietzsche, donde el hombre, que carece de voluntad, vive sometido a la voluntad individual del mandar y mando.

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