domingo, 2 de octubre de 2016

03171-58.EL VIAJERO MADURO: 05.Valencia: 03.Barrio de La Seo: Hacia la catedral

DOCUMENTO ANTERIOR
03164 (30.09.2016 - 04.Valencia: 02.Barrio de La Seo: Almonia, Almudin y otros)

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03261 (18.11.2016 - 01.Madrid: Museo del Prado: Metapintura)



      La PLAZA DEL ARZOBISPO, como es esencia en Valencia, lo es irregular, más ancha al norte, se estrella al sur; unos árboles dan sombra y un restaurante-bar da cierto ambiente al lugar, que se completa con un aparcamiento de bicicletas. De frente tiene el Viajero Maduro la fachada principal, de unos 80 metros, del PALACIO ARZOBISPAL, que ocupa una superficie de unos 4.000 metros cuadrados. Del siglo XIII quedan escasos restos, y hasta el siglo XVIII es sometido a diversas ampliaciones, destruido entre 1936-39, con la quema de unos 13.000 volúmenes, del archivo de la curia y del museo diocesano. La fachada que vemos es de tono rosado con blanco en ladrillo visto y en su base zócalo de piedra caliza, estilo ecléctico, historicismo barroco de aspecto sevillano, muy compacto.  Se ve una torre con vanos de medio punto, y junto a la misma una puerta con balcón corrido en lo alto, presentando la fachada principal diversos huecos simétrico, ventanas abajo y balcones arriba, entre los que se centra la Puerta Principal con dos columnas que sostienen un balcón con antepecho de piedra, y sobre el mismo el escudo del arzobispo. Llama la atención el edificio por lo extraño que resulta en su entorno, y de hecho choca, visualmente, con el resto de las formaciones que el Viajero Maduro ha viso hasta este momento en Valencia.

    A la derecha y al fondo se encuentra la CATEDRAL, en cuya fachada destaca la Puerta Románica, situada en el transepto izquierdo de la catedral, casi original en su conjunto y tipológicamente propia del área mediterránea, es un arcaísmo dentro del gótico al tener su origen en el siglo XIII. Se estructura la portada en su parte superior mediante seis arquivoltas de medio punto, con motivos geométricos y vegetales, con guardapolvos, apoyadas sobre sendos cimacios a unos tres metros de altura y a derecha e izquierda, de modo que la citada imposta corrida inicia, hacia el suelo y a cada lado, seis columnas con capiteles con escenas variadas, desde donde arrancas las jambas, apoyadas en basas y plinto, y zócalo corrido de piedra rosácea, siendo las puertas de madera con herrajes. Sobra la misma ve el Viajero Maduro una ventana de arco apuntado, y echa de menos la existencia de los bancos de piedra que deberían de existir a ambos lado de la portada, pues llegado a este punto ya nota el Viajero Maduro el duro transitar por los tiempos pasados, y donde podría dedicar unos minutos a la reflexión espiritual aún considerando que no porta el Viajero Maduro espíritu al no poseer alma alguna que le acompañe en su estructura molecular.

    Así que, ¡lástima!, no habiendo donde descansar, entra el Viajero Maduro en la CALLE BARCHILLA o BARCELLA, que es sinuosa, de unos cuarenta metros, silenciosa, donde se puede oír el transitar de las caballerías de los canónigos, de los carruajes nobles y de los carros de labriegos, junto a los pasos acelerados de los carpinteros que, caja en mano, se aproximaban a comprobar el acierto de su trabajo para la medida de cereales, mientras a la derecha descansaban los muertos. La vía resulta encantadora por el arco de tres centros que da paso al arzobispo entre la Catedral y el primer piso del Palacio Arzobispal, y donde destaca la figura en piedra de una caja de medida que da nombre a la calle. Otro factor interesante de dicha calle reside en la ya inexistente Torre Campanario, una vez el Viajero Maduro ha pasado el Arco del Arzobispo, cuya base se contempla dentro del Museo de la Catedral, y que fue sustituida por la actual torre.

    Y de pronto el bullicio o la PLAZA DE LA REINA, que fue de María de las Mercedes de Orleans, primera esposa del rey o dónde vas Alfonso XII, que antes fue Calle Zaragoza, calle que se impuso al pequeño grupos de calles que antes conformaban el espacio viario, edificios que fueron derruidos por el consistorio, desde donde se numeran las calles de la ciudad y se encuentra el kilómetro cero de las carreteras radiales de Valencia competencia de la Generalidad Valenciana, antes situado, como ya se dijo en el cruce del cardo (calle Salvador) con el decumanos (calle Caballeros) en las ruinas de la Almoina; es de opinión del Viajero Maduro que el gobierno de la generalidad debería de ser menos pretencioso para consigo mismo y trasladar el punto cero al que los romanos marcaron en su momento.

   ¡Que gentío!, es un no parar la Plaza de la Reina, un extenso feo, que se extiende norte a sur unos 380 metros, y de este a oeste  unos 130 metros, ligeramente ovalada, de humanos, vehículos a motor, restaurantes, cafeterías, bares, ruidos, un enjambre que deshace la tranquilidad de la que viene el Viajero Maduro, y con un ridículo sostén arbolado. Se arma de valor el Viajero Maduro, y ya una vez recorrido ciertos metros hacia el sur, contempla la fachada principal de la catedral con el miguelete a la izquierda.

     EL MIGUELETE o  Campanar Nou de la Seu tiene en su alto la campana de San Miguel o Micalet, santo protector de la ciudad, y que tanta presencia iconográfica tiene en Valencia, fue levantado en la Plaza de Las Coles entre los siglos XIV y XV. Ahora bien, se le mire por donde se le mire, el Miguelete es imposible de ver; dicho de otro modo, sin ánimo de molestar a nadie, dice el Viajero Maduro que para contemplar el Miguelete  en toda su extensión, sería necesario el derribo de la mitad de la manzana de casas que se sitúa entre las calles de Bordadores y Corregeria, además de unos prismáticos  que permitan el acceso visual a la cumbre de la torre.

     La altura es de unos 60 metros, y tiene su entrada por la catedral. Una escalera de caracol, de cuya columna irradian 207 escalones de piedra, de una pieza cada peldaño, hace que El Viajero Maduro, simplemente, renuncie a la aventura de subir a la Sala de Campanas. La fábrica se estructura en cuatro visibles cuerpos con sendas molduras que fijan los niveles; es un octógono reforzado en las aristas por contrafuertes, observándose un agujero helicoidal en el primer tramo, con una saetera en el segundo nivel, mientras que dos estrechas ventanas marcan el tercer nivel, para terminar, cuarto nivel, en unos vanos de perfil apuntado donde se ubican las campanas, y sobre los mismos una balconada que recoge una terraza, donde se ubica una especie de pináculo con dos huecos para sendas campanas.

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