domingo, 20 de noviembre de 2016

03265-60.EL VIAJERO MADURO: 02.Madrid: 01.Museo Thysen: Renoir

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03261 (18.11.2016 - 01.Madrid: 01.Museo del Prado: Metapintura)

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03268 (21.11.2016 - 03.Madrid: 02.Museo del Prado: Clara Peeters)



     Ha estado el VIAJERO MADURO en el MUSEO THYSSEN, en Madrid, y ha visitado un expositivo de cuadros de RENOIR. 

    Quiere lo primero Cómodo Centón hacer expresa manifestación de su enfado en relación a la dirección del citado museo, ya que el número de asistentes a la exposición se podía contar por centenares, repartidos en varias salas, de modo que, ante uno de los lienzos, se encontraba El Centón en la fila cuarta. El Museo Thyssen es una empresa privada, y como tal su objetivo inmediato y último es la ganancia crematistica, a lo que tiene pleno derecho en su condición capitalista. Pero convertir, como es de uso generalizado, y así lo hace el Thyssen, el concepto de cultura en una apropiación estética personal del museo, es, como poco, indigno. Conforme a esto, recomienda Cómodo que la citada exposición no sea visitada, y que sobre la propiedad del museo se lancen toda clase de maldiciones. 

    La EXPOSICIÓN RENOIR presenta un total de 72 cuadros que fijan la totalidad de los periodos pictóricos del pintor; las primeras obras dan paso al impresionismo, retratos. momentos femeninos, paisajes, y desnudos femeninos, todos los cuales requieren de un tiempo mínimo estimado de dos horas de visualización. Dejaremos de lado el concepto de contemplación, de suyo imposible ante las sucesivas avalanchas humanas, cada quince minutos, que como bárbaros ignorantes masificaban las salas e impedían un descomunal acto de penetración en el arte expuesto, y nos centraremos en lo único efectivamente válido de la obra, la parte IMPRESIONISTA.

   Baños en el Sena, El almuerzo de los remeros, El paseo, La mujer con sombrilla en el jardín, Baile en el Moulin, y Después del almuerzo, son las pinturas que muestran el vigor de la pincelada, los colores, la luz, los detalles difuminados, y la total ausencia del dibujo. En todos ellos vemos la descripción de la vida ociosa, libre de preocupaciones, hermosa y selecta, indistinta para con la pobreza y la desgracia humana. La luz penetra en el espacio, en los vestidos, en la naturaleza que vive para sí misma, y se embarca en un viaje de multiples colores, vivos y llameantes, alegres y satisfechos, donde la precisión de lo delicado y lo fino se entremezclan con gestos amables y rasgos difuminados. 

    Lo demás de la exposición sabe a relleno.

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