viernes, 27 de enero de 2017

03388-65.EL VIAJERO MADURO: 03.Munich (Alemania): Del Monumento Nazi y de la Cervecería Hofbräuhaus

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03384 (25.01.2017 - 01.Munich (Alemania): 01.Generalidades)
03386 (26.01.2017 - 02.Munich (Alemania): 02. De la Plaza de María, la Catedral y el Odeón)

DOCUMENTO POSTERIOR
03394 (30.01.17 - 04.Munich (Alemania): Espíritu Santo y El Mercado)


     Esta el Viajero Maduro en Munich, es enero y la temperatura se sitúa en unos menos diez grados, la nieve y el hielo cubren calles y tejados, han helado fuentes, el sol calienta, y la capital bávara presenta una imagen agradable.

    Después de contemplar el blanco y casi impoluto suelo del Jardín de la Residencia Real con sus árboles desnudos, así como la notable fachada de la Residencia Real, sigue Cómodo Centón su camino por la calle Residenz. Apenas dados unos pasos hay que pararse a mitad del muro de La Logia, y buscar sobre la pared de la misma tres marcas en línea que, en los años de 1936-1945, dispusieron de tres placas; la central mostraba una cruz esvástica, las dos laterales ocho nombres en cada una, es decir, los nombres de los dieciséis nacionalsocialistas que fueron muertos en el Golpe de Estado de 1923. Durante la etapa de gobierno nazi, dos miembros de la SS custodiaban dicha fachada, y todos cuantos por allí pasaban, debían hacer el saludo nazi; para evitar tal saludo, se podía girar por la actual calle de Viscardigasse. La Gestapo montó guardia en dicha calle, y al cabo de varios días observaban que siempre eran las mismas personas las que evitaban pasar por delante de las placas y hacer el saludo. En total fueron doscientos los detenidos y enviados a campos de concentración; hoy una línea recta en el suelo de la calle presenta doscientas marcas en memoria de aquellos que no quisieron hacer el saludo.

    Aquí quiere hacer Cómodo Centón una interpretación de la arquitectura del lugar; en la actualidad vemos La Logia y tras ella un edificio que da a la anterior citada calle. Sin embargo en 1936 la citada logia no estaba, y en su lugar se encontraba un monumento conmemorativo de los dieciséis nazis muertos. Ese monumento era exento y debía de ocupar la totalidad de la actual logia y del edificio que vemos, de modo que debía ser la actual calle la parte trasera del monumento y el sitio de paso que evitaba hacer el saludo nazi. Éste MONUMENTO A LOS MÁRTIRES NAZIS se elevaba sobre un podio, el actual, y constaba de seis columnas por banda que soportaban una techumbre abierta en su centro, debajo de la cual se encontraba un hueco de igual tamaño que contenía los dieciséis féretros. La escalera actual debió de ser la de origen, pero actualmente está modificada en su base de acceso.

    Como ya se dijo anteriormente la escasez de días de permanencia en Munich impiden al Viajero Maduro acceder a lugares, como es el caso de la Residencia Real, de gran importancia. Sigue pues por la calle Residenz hasta la Plaza de Max Joseph, un cuadrado irregular, cubierto de nieve, en cuyo centro hay una estatua y al fondo la Opera, cuatro veces incendiada y otras tantas reparada. La zona responde a calles anchas aunque cortas que obligan, de nuevo, a poner duda el origen medieval de Munich, pero según el Viajero Maduro camina hacia el sur-este de nuevo la ciudad adquiere un ligero aire antiguo hasta encontrarse con la CERVECERÍA HOFBRÄUHAUS de 1589 como fábrica de cerveza, desde 1828 como cervecería, y cuya construcción actual es de 1958; su primera característica que abastecía a  familia Wittelsbach, de modo que allí solo entraba la nobleza. Luis II de Baviera la abre al populacho, lo que evidencia que el populacho no tiene dignidad, y a la misma acude el dictador Lenin y sus dictadores comunistas y después el dictador Hitler y sus dictadores nazis; luego hablan de la Memoria Histórica. 

     Hoy acude a la Hofbräuhaus el Héroe de Herpetol, realidad que no pasará a la historia como ha acontecido con Lenin y Hitler, y que, además, no encuentra dónde sentarse. Dispone de tres plantas el edificio, aparentemente una cuarta, su fábrica es blanca con arcos de medio punto en su base y piedra a la vista, ventanas diferentes y diversas en estilo en las dos superiores, algunas con falsas columnas adosadas. Su interior parece inmenso; suelos de azulejos ocre, bancos y mesas de maderas, recubiertas las paredes en madera por debajo del metro ochenta, farolas blancas y columnas de color crema que forman como arcos seudogóticos en el techo de color amarillo, ampliamente decorados con motivos relativos a la cerveza y alguna que otra guitarra, con predominancia de verdes, seguidos de azules y  rojizos. Allí Hitler organizó el Golpe de Estado de 1923 y luego pintó con esvásticas el lugar cuando ya Lenin estaba muerto. Hoy esas cruces, que son la vergüenza de Munich, no aparecen por sitio alguno. También en aquel lugar se proclamó la República Soviética de Múnich. 

    Cuando Cómodo Centón entra en la Hofbräuhaus, el griterío es atronador, las sillas libres no existen y los pasillos solo pueden ser recorridos si vas separando seres humanos a los lados, a la vista de lo cual lo más que puede hacer El Centón es usar el urinario, de estilo muy vulgar por cierto, durante unos segundos escuchar a la orquesta que nadie escucha, contemplar a unos parroquianos vestidos a la usanza bávara, y salir del lugar. La sensación ha sido claustrofóbica.

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