martes, 31 de enero de 2017

03396-68.EL VIAJERO MADURO: 05.Munich (Alemania): Dachau, campo de concentración

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    Ha querido Cómodo Centón visitar la triste realidad de la eterna barbarie humana, porque es una realidad que no se puede obviar, y aunque es una realidad ya incrustada en las cavernas humanas allá por el paleolítico, no deja de ser la expresión más patente el CAMPO DE DACHAU de esa infinita capacidad del ser humano para infligir daño y dolor al ser humano, realidad sustentada por el odio, el rencor, la ira, el poder y el significativo honor de ser la imagen del horror del hombre sobre el hombre, ya descrito anteriormente en la Historia del Pensamiento Humano en siglos pasados, y cuya forma más expresiva la encontramos en la idea de que es lícito tomar por la fuerza de la Naturaleza aquello que en la Naturaleza se encuentra y disfrutar de lo obtenido en ella, siendo justificable el daño causado por el Hombre tanto a otros hombres como a la naturaleza misma.

    Tal idea anterior, ya descrita por Cómodo Centón en la Evolución de las Ideas y que tiene su antecedente en autores anteriores y en el pensamiento actual de más de una mente, subsiste de manera que parece imposible de erradicar.

     Lo que aconteció en Dachau no tiene nada que ver con la humanidad, pero es parte de su historia como es la visión de un campo de batalla de Napoleón, de Julio Cesar, de Anibal o de tantos admirados "genios militares", como lo es la esclavitud inglesa sobre los negros, los campos comunistas de la Izquierda Unión Soviética o la Izquierda China de Mao, como lo es los sufrimientos provocados por Nerón, por los reyes absolutistas de todas las épocas, los mismos que construyeron las Pirámides de Egipto, el Museo del Louvre, el Coliseo de Roma, los altares de sacrificios de Los Mayas y otros, los palacios y las fincas de recreo de seres totalitarios y sanguinarios, sin olvidar los barcos esclavistas, las ruinas a sangre y fuego de ciudades, y que hoy en día contemplamos con indiferencia, desconocimiento y hasta con admiración. 

    Dicho lo anterior... de Munich a Dachau hay 13 kilometros, y una vez en Dachau existe un autobús que nos lleva a la misma entrada del Campo de Concentración. Antes de llegar, y a la izquierda se pueden ver unas bonitas ocho casas blancas con techumbre roja que fueron las viviendas de los jefes y oficiales de las SS (Secciones Especiales) y en especial las cuatro primeras que dan la sensación de pequeños palacetes envueltos en una discreta arboleda. Tras dichas casas se extiende un pequeño bosque a la izquierda y una zona deportiva, continuando diversas instalaciones cuidadas y todo el conjunto envuelto en un suelo lleno de nieve que, en tiempos del campo de concentración, servía para los servicios y entrenamiento de las SS

    El autobús deja a Cómodo Centón en una especie de leve explanada, que debió de ser el lugar que ocupaba la PUERTA DE ACCESO a los dos recintos del campo, de las SS y de prisioneros; dicha puerta, que ya no existe, debió de ser de madera y metal para vehículos, y disponía de un arco como de carpanel sostenido por un aparente entramado de sillería y en su centro y parte más elevada tenia la cruz gamada con el águila en su alto. Delante del conjunto y a la izquierda se situaba una garita redonda, y a la derecha una pequeña puerta para personas. 

     En este punto se encuentra hoy un moderno edificio, que sustituyó a uno anterior propio del recinto y que debió de tener funciones de reten, donde se ubica una tienda de libros, una especie de bar y un punto de información. 

    Parte de aquí un camino carretero entre árboles que, a los pocos metros, se abre como en una plaza y que nos sitúa frente a la PUERTA DEL CAMPO DE PRISIONEROS. Aquí eran recibidos los prisioneros, formados y aleccionados con las normas del campo. La puerta era parte de un edificio de dos plantas y una torre en su centro, en cuyo centro se ubicaba una puerta de hierro con la leyenda "el trabajo os hará libres", de forma que para llegar a la misma cruza El Centón un pequeño puente sobre un riachuelo artificial que hacía de foso. En este punto una sensación de malestar se apodera del estómago de Cómodo, un desasosiego ocupa la mente del Centón, y un miedo escalonado nace en los pies y termina en el cerebro. 

    Una vez el Prisionero cruza la burla, "el trabajo os hará libres", observa como una infinita explanada llena de nieve. A la izquierda podrá ver el Prisionero los barracones en los que vivirá en los próximos meses o años, y a la derecha un edificio en forma de "u" le introducirá en la RECEPCIÓN, donde perderá su identidad y se convertirá en un número, y de seguido las SALAS DE TORTURA, donde será transformado en una piltrafa humana. A Cómodo le cuesta respirar. Hoy este edificio contiene las diferentes estancias donde, en lengua extraña, se explica el devenir que Cómodo no puede comprender y por tanto tiene que imaginar. 

    Por la parte de atrás del anterior edificio se sale a un patio, que fue de ejecuciones, y se llega a otro edificio, llamado bunker, dividido en dos partes. Una de ellas recogía las CELDAS DE AISLAMIENTO para prisioneros, la otra parte servía de prisión a los miembros de las SS que eran castigados por alguna infracción cometida. Ambas no disienten de las eternas celdas de cualquier prisión del mundo, exceptuando las brigadas, las mazmorras, y las anteriores cuevas de piedras. El frío, estamos a unos diez grados bajo cero, es casi total, y el estremecimiento casi absoluto, de modo que cuesta articular palabra.

   De regreso a la EXPLANADA DE REVISTAS, una mezcla de leve aire y sol caliente parecen animar en el cruce de aquel espacio donde el Prisionero pasará las revistas diarias, que tendrán principio pero cuyo fin será imposible determinar; la mayor de las cuales duró veinticuatro horas de pie. Y hay que repetirlo... veinticuatro horas de pie, con el famoso pijama de rayas, apenas alimentado, descalzo sobre la nieve y en posición de firmes. El helor, a pesar del tibio calor del sol, penetra hasta la profundidad de los huesos del Centón solo de imaginarlo. 

   Con este ánimo, Cómodo entra en uno de los dos BARRACONES, de unos treinta que existían en la época, y que se conservan ligeramente reformados. Dichos treinta barracones se habilitaron para unos seis mil prisioneros, pero llegarán a soportar una población de unos setenta mil prisioneros, creo recordar. En su interior se muestra un conjunto inicial de literas de madera que en otra sala muestra los cambios en las mismas a peor. Siguen unas fuentes de agua fría para lavarse en otra estancia, y un habitáculo de letrinas sin separación de las mismas donde se cagaba y se meaba a la vista de los demás. Imaginar para Cómodo, ya aquí, se ha vuelto un imposible, solo mira El Centón, y mira, y mira, y solo un trazo de pensamiento le dice que está en otro mundo; el silencio es sepulcral y la necesidad de llorar se hace evidente. Lo único que cabe asumir es... respeto.  

    Sale Cómodo del barracón y largan sus pasos por la avenida central donde se situaban los más de treinta barracones a derecha e izquierda; contempla El Centón las torres de vigilancia unidas por el muro y sigue entre desconcertado y culpable hacia la última contemplación del campo. En un apartado encuentra un pequeño edificio; es el CREMATORIO. Inicialmente se ejecutaba por fusilamiento, pero ante las quejas de los generales del ejército, se resguardó la munición para el frente de combate, y se puso en marcha la SOLUCIÓN FINAL NAZI, inicialmente mediante quema de cadáveres y posteriormente CÁMARA DE GAS-CREMATORIO, que es el contenido del segundo edificio, de mayor tamaño, que hay frente al primer crematorio. Ambos edificios estaban servidos por JUDÍOS que no mantenían ninguna relación con el resto de los prisiones del campo. 

      Al lugar se llevaba a los prisioneros diciéndoles que se procedía a su traslado de campo. Se entraba, en el segundo edificio, por la izquierda, se despredian de la ropa y pasaban a una pequeña habitación de apenas unos veinte metros cuadrados, donde acumulaban hasta unos 150 prisioneros, para proceder a ducharlos, y lejos de caer agua, salía el gas. Los cuerpos se trasladaban a la sala adjunta y se introducían en los hornos.

    Cuentan que a un SS, un niño preguntó.... ¿dónde está mi madre?; el SS hizo mirar al niño hacia una columna de humo que se elevaba más allá, tras unos árboles, y contesto... allí donde está el humo, está tu madre.

    Hay una ESTATUA DE UN HOMBRE que mira hacia el horizonte, tiene las manos en los bolsillos, y un pie más adelantado que el otro. Su significado es su significante; en la anteriormente citada Explanada de Revistas debían los prisioneros de permanecer en pie con los pies juntos, las manos extendidas fuera de los bolsillos y la vista al suelo. 

     Ha terminado la visita. Cómodo Centón sale del recinto y camina, entre árboles, sobre la nieve, por el camino carretero que antes le permitió acceder al complejo, sin que al final pueda ver la Puerta de Acceso que ya no existe, y sale libre, feliz y confiado, en absoluto silencio y respeto, para tomar el autobús que le aleje de aquel horror llamado Campo de Concentración y Exterminio de Dachau.

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