viernes, 3 de noviembre de 2017

03982-23.NOTAS PARA UN IMPOSIBLE MANIFIESTO ANARQUISTA: 06.Historia del Desorden y búsqueda del orden

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             Y la verdad es la mística. De una forma clara y precisa viene el Hombre al retorno en el cado contemplado la Imagen Divina. Es la comunicación directa e inmediata, que convierte al Hombre en el Cado en un salvaje, con Dios en la visión intuitiva. El éxtasis es el sublime esplendor entre el Dominador y el Dominado, pues en este amparo que tiene lugar queda sacrificada y subordinada la razón al sentimiento, a los deseos egoístas de salvación; nos encontramos ante la ceguera absoluta. El Estado acepta la renuncia que el hombre hace de si mismo, de su voluntad, y propicia la contemplación en el pensamiento vació. El Hombre ha puesto su cabeza al servicio del hacha; en este sacrificio se halla la salvación. Así es como la ley del Estado se ha de cumplir porque tiene su origen en la norma divina. El misticismo confirma el absolutismo del Estado.

          Este lustroso momento de los metales del Estado, hierro y oro, es rechazado por el Hombre en un leve momento de lucidez, cuando comprende lo absurdo de lo absoluto y se dispone a evidenciar la idílica personalidad del Estado. Frente a la renuncia del hombre por el hombre se impone las cosas sensibles como las únicas que se pueden ver. El origen es el dato sensible, y dios es el Hombre. Para revertir el desamparo en amparo está el Estado, suma de toda realidad y ejercicio del hombre en compañía de otros hombres. El Estado está en condiciones de repudiar a la Religión, su hijo.
  
         Si la Ley es de carácter intrínseco al Estado, la Religión se muestra como extrínseco. La Ley es el instrumento que refleja la necesidad del Estado, mientras que la Religión adquiere para sí los elementos individuales del hombre. Si es posible reflejar la absoluta verdad en el Derecho, es posible prescindir de la Religión, relegándola a la moral del grupo y a la ética del sujeto. Este estado no confesional, y ateo en sentido divino, es Dios en la Tierra, mostrándose capaz de conquistar el Universo.

        El nuevo tiempo originado en el párrafo anterior abre diversas alternativas. Lo esencial es que el Hombre ha sucumbido al Estado. La Historia ya no es el impulso decidido del mando, sino la programación cauta de la Democracia. Los hombres votan una idea, la idea en el poder evoluciona en su favor. El Estado, huérfano de hijo al repudiar a la Religión, pare a uno nuevo que es la misma copia del Estado, al que llama Presupuesto. Este nuevo hijo, esencia del padre, ha nacido como guardián excelso del divino poder del Estado. La economía del mundo es el Presupuesto del Estado. Todos los elementos materiales y las leyes conformadas por Derecho buscan y tienen un fin: la supervivencia del Estado. Los hombres nacen y mueren, viven. El Estado vive. De este modo si en el Hombre cabe aplicar el cambio, es evidente como el Estado se muestra pétreo, pues en el Estado no cabe contradicción, nacer y morir, y vivir como solución, sino que el Estado es la misma solución a él mismo, ya que ni nace ni muere sino que vive, y que se dispone a hacerlo como dios, es decir eternamente, permitiendo que aflore en el interior del Hombre y de su grupo humano las variables éticas y morales que le conducen a la libertad.

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