05065-65.NOTAS PARA UN IMPOSIBLE MANIFIESTO ANARQUISTA: 06Primera Era: De la Ley a la Hidra Hercúlea: Derecho

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05042 (23.03.2019 - 05.Primera Era: De la Ley a la Hidra Hercúlea

                                       De la Fuerza a la Cofuerza

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05118 (27.04.2019 - 07.Primera Era: De la Ley a la Hidra Hercúlea

                                      Anarquía y los Tres Pilares del Estado)

     Cuando la Cofuerza se descarga, el Pueblo busca refugio,  hallándolo en el Reino de la Fe. Ahora bien, no es admisible la fuerza por sí sin que responda a una causa, lo que, como ya se dijo, es indiferente a la Fuerza como radicada en la Decisión, que la propia del Hombre como Ley, la cual transformada en fuerza de los Avanzados alcanza al Pueblo, determinando la existencia de los hombres en el Hato. En este punto no basta la Ley, pues ésta responde, en su origen, a una necesidad del yo del Estado. Es cierto que el Estado es la ida del Hombre que viene propiciada por la Imagen Divina, lo cual bastaría para convertirlo en una razón de fe. Sin embargo es esa parte humana de la idea de Estado lo que no se fija en el si interno del Pueblo, y que se presenta como un enemigo cuando lo contempla el si externo del Pueblo. Parece que se quiebre la relación personal entre los Avanzados y el Pueblo, como si entre ambos se interpusiese una desconfianza que con el tiempo será parte de la naturaleza. 

     Esta disfunción entre ambos sujetos desaparece con la aparición de un sistema de conjunción de la Ley a la que se denomina DERECHO. Esto es, la Ley transformada en Norma elevada a Derecho. Hasta ahora hemos visto como la Ley es un devenir de la orden de subir al barco para alcanzar el Quicio, como la Ley   nace para justificar la mencionada orden, como es producto de una voluntad, y como desaparece con el finiquito del Héroe. Podemos afirmar, llegados aquí, que la Ley es para si y el Derecho para otros. El Derecho es la moral del Estado, el Yo mismo del Estado, su definición y eficacia. Quiere esto decir, en primer lugar, que el Derecho no es en si mismo ni para si mismo, que no existe por sí sino para otro, es decir, para el Estado, el cual da a luz a su hijo más amado, por el cual se define y por el que logra existir, persistir, vivir sobre el infinito. Ahora bien, estas antedichas consideraciones no son las motivaciones del nacimiento del Derecho, ya que en el momento de su alumbramiento lo que acontece con el Derecho es, tan solo, la justificación de la fuerza, pero obsérvese que no se refiere a la Fuerza como Decisión sino a la Cofuerza como ejecución. De tal modo que hablamos de Derecho como fuerza al uso de los Avanzados. Así pues debemos considerar que el Derecho como Ley hace referencia a la decisión del Iluminado, mientras que el derecho como fuerza tiene que ver con las normas legales que componen la estructura del Derecho y con el reglado que ha de ir configurándose. En este segundo sentido nos encontramos con dos evidencias, hasta ahora confundidas y entrelazadas, como son el Pueblo y el Estado. Hemos reconocido como a partir del Hombre del Cado surgen dos sujetos, Hombres y Pueblo, que reconocen el Quicio, lugar donde el Hombre del Cado alumbra el Estado, dentro del cual encontramos una primera estructura formada por el Iluminado, el Pueblo y los Avanzados. Una cabriola, más o menos expresa, hace que el Estado adquiera conciencia, de modo que vemos un Hato y un Estado, y mientras los individuos dentro del Hato toman a la verdad como su fe, fija el Estado la norma de ser la norma y anuda el lazo del Hato. Lo que prevalece, pues, desde este momento y hasta el infinito, es la necesidad del Estado, es decir, el Derecho. Dicho de otro modo: el Estado se gobierna así mismo; lo cual, ser uno mismo, para si y por si, es ser Dios, y como tal esto es Anarquía. Dicho de otro modo: cuando Dios se gobierna así mismo es Anarquía, cuando Dios gobierna a otros es Dictadura. Dicho de otro modo; cuando el Hombre se gobierna así mismo es Anarquía, cuando el Hombre gobierna a otros hombres es Dictadura.