miércoles, 10 de marzo de 2021

06412-131.IMPOSIBLES: 11.Algea: La artritis reumatoide

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05965 (21.08.2020 - 45.VERSOS PROPIOS: 10.Algea)

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06504 (13.06.2021 - Sirena y Jesucristo)
06953 (02.06.2022 - 12.Algea: 02.Artritis y Artrosis)


     La ARTRITIS REUMATOIDE existe en mundo real y en el mundo imaginario; se trata de dolor e inflamación articular en articulaciones parejas o si te duele el codo derecho, te duele el codo izquierdo. Pero su caracteristica esencial es que te duelen, y se inflaman, todas las articulaciones, tanto de la derecha como de la izquierda del cuerpo. Unas duelen y se inflaman más que otras, en ocasiones duelen y se inflaman "unas" mientras descansan las "otras". El DOLOR tiene la capacidad de ser pequeño, pero extendido en el tiempo, de modo que, al cabo de varios días de dolor, llega la fatiga y el cansancio, el agotamiento del cuerpo, pero también tiene la capacidad de ser grande y abundante, agobiante e imperecedero, y se extiende en el tiempo. La INFLAMACIÓN, en sí, no duele, pero contribuye, como un aviso, a la llegada del dolor, lo que produce inquietud y desasosiego, fatiga, cansancio y agotamiento hasta el aburrimiento.

      Antes, se retorcían los miembros, hoy hay fármacos que te ayudan a mantenerte entero, son drogas artificiales, de laboratorio, mezclas extrañas que pasan a formar parte de tú cuerpo, que te calman y te ayudan a no quedarte, a un lado del camino, quieto, pero que no evitan que hacer el camino sea un lento ir y pararte de nuevo, mientras la cabeza se llena de sueño, de mucho sueño, de sueños que se retuercen entre la cama y el sillón, hasta no saber qué hacer con tu cuerpo ni dónde ponerlo, apareciendo, entonces, el nervio, esos nervios desequilibrantes que te dejan turbado, lleno de un frío rodeando a un cuerpo ardiendo. 

      Lo llamativo de la Artritis Reumatoide es que la llevas puesta hasta que mueres, mientras que confías que, más allá de la muerte, se muera y no te acompañe, en la tumba, de por vida, porque entonces piensas que pasar mil años con las articulaciones crepitando, como la sal en el fuego, no parece que sea humano ni propio de un humano muerto. 

       Más, sucede, que miras atrás, cómo aquel que se quejaba hasta que vio, tras él, a otro quejándose, y entonces se te quitan las ganas de quejarte, sobre todo cuando contemplas que hay mayores desgracias que las articulaciones de dolor ardiendo.

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