martes, 18 de mayo de 2021

06477-25.AGUAS ALTAS Y BARAÑES: Recogiendo el esparto

DOCUMENTO ANTERIOR
05754 (09.04.2020 - La idea del suicidio del alma)

DOCUMENTO POSTERIOR
06539 (18.08.2021 - Los bereberes)


       El esparto les uniría a la tierra y a sus gentes.
     
     Se les podía ver apenas amanecía. Los hombres delante, dispuestos en ala, formando una gran cuadrilla, a un lado José García, en el otro extremo Pere Arnau, en el centro Lorenzo Ivorra, y apenas dos pasos atrás, yendo de acá para allá, García el Italia; entre todos ellos jornales del Madroñal.

Cargan los hombres en su siniestra una arrancadera, que es un pequeño vástago de madera al que llaman palillo, yendo sujeto a la muñeca del brazo. Con la otra mano y tras poner el pie sobre la atocha, de modo que quedara prieta, arroyaban los hombres en el instrumento las colas de determinado número de espartos, arrancándolos de un tirón de su fuente de vida. Ejecutaban el trabajo en dos tiempos bien distintos, el primero para recoger la flor que campea, da relieve a la atocha y es la parte mas apreciada. Bien hecho ahorra mucho trabajo y habla, por si misma, de la certeza del espartero. De ahí salían los más largos y hermosos espartos. Quedaba la barba, la parte baja de la melena que forman las tiras, de hermanos mas cortos y rastreros. En esto era menester vigilar a los más jóvenes e inexpertos del Madroñal, que tenían fama de vagos, gandules y otras miserias, pero viniendo impuestos por el señor de Bosot era por lo que García El Italia persistía en ocuparse de ellos tras ellos y encima de ellos, pues era necesario descargar la planta de estos más cortos, ya que dejándolos se haría viejos y serían rémoras y perjuicios para cosechas venideras, por ser espartos sin vida que afearían la manada de tiras y la cargarían de materiales inútiles, robándole a la melena su vigor. Saturada la abarcadura en la mano izquierda, deja el hombre los espartos en el suelo y continua, repitiendo por segunda vez el mismo trabajo de poner pie sobre la planta, arranca con el palillo y cargando la izquierda hasta no poder mas con la carga, volviendo, en esto, atrás, allá donde dejo la primera abarcadura, para proceder a la debida formación de los espartos, tarea que García El Italia vigilaba con gravedad y atención pues no acababa de tener confianza con la gente del Madroñal, de modo que fueran las cabezas todas juntas a un extremo y quedasen, al otro, las colas, retirando el raigón más visible. Con las dos abarcaduras forma la manada, que abraza con varios espartos, retorciendo uno con otro los cabos, hasta obtener con el extremo del último un darrón. Queda la manada tendida en el suelo y sigue el hombre a repetir lo mismo con la segunda manada, con una tercera, hasta que llegado el momento da de mano el trabajo, rehaciendo el camino, disponiendo en su regreso de las manadas de dos en dos, cogiendo una en cada mano por el anillo y juntándolas de golpe, de modo que las cabezas de los espartos queden dispuestas entre si y encajadas las unas a las otras. 

Voluntad primero, que hizo confiar a García El Italia, y habilidad después, que causo en García El Italia admiración, se manifestaron en la tarea de Lorenzo Ivorra de Flandes, quién trataba de seguir los pasos y la celeridad que imprimían tanto José García como Pere Arnau, a diestra y siniestra de Lorenzo. 

Antigua, junto a las mujeres, mantenía un fuego encendido, hervía agua y preparaba la comida de los hombres. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario