martes, 17 de julio de 2012

01078-19.EL VIAJERO MADURO: Praga

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     Los CHECOS son eslavos que desde las estribaciones más occidentales de Los Cárpatos se extendieron por la llanura al norte de dichos montes, ocupando los antiguos territorios de pueblos germánicos que, previamente, se habían desplazado más allá de la linde del Imperio Romano allá por el siglo IV. Fue la princesa LIBUSE, en su castillo de Libusin, la que profetizó la existencia de Praga, bien como "harina tostada" o como "rápidos", y fue en la margen derecha del río que se levantó el CASTILLO DE VYSEHRAD por la dinastia de "Premyslida", después de que Libuse tomase por marido a PREMYSL. El reino de BOHEMIA conformo políticamente al territorio, las luchas husitas le dieron su carácter católico, y su constante sometimiento al Sacro Imperio Germánico una visión nacionalista que permitió su existencia tal como hoy conocemos a CHEQUIA. 

     Aquella "tierra tostada" al linde de los "rápidos" del Moldava, vio nacer a PRAGA que, con su área metropolitana, apenas alcanza los dos millones de habitantes, en la MONTAÑA DE VYSEHRAD o CASTILLO ALTO, un recinto murado que, a su pesar, el Viajero Maduro no ha podido visitar en su transito europeo, donde yacen personajes checos en el Cementerio del Honor, con su iglesia de San Pedro y San Pablo, casamatas interiores, el Baño de Libusa, las puertas de Tabor y de Praga, un conjunto alejado del centro turístico y altamente ignorado.

      Lo primero es comprender que Praga es una ciudad partida por el río MOLDAVA y unida por el PUENTE DE CARLOS. En la margen derecha, al norte, se sitúa el BARRIO JUDÍO, un conjunto de calles cruzadas, donde el Cementerio Judío y algunas sinagogas son de obligado visitado, que enlazan con las mismas calles cruzadas que conforman la CIUDAD VIEJA, donde hay que llegar a las doce del mediodía a la Plaza Vieja para contemplar el variopinto espectáculo del reloj astrológico, subir a la torre del ayuntamiento, visitar la iglesia de Tyn y alcanzar la Torre de la Polvora. Hay, además, otras iglesias, algunos museos, calles de compra-venta de objetos innecesarios, de recuerdos que terminan siendo encerrados en un cajón...; con esto, y con el comer y beber, hemos pasado el PRIMER DÍA. Un SEGUNDO DÍA nos lleva a la margen izquierda del Moldava, donde podemos pasear por KAMPA, una isla entre el río y el Arroyo del Diablo, un lugar tranquilo, amplio, de calles silenciosas y placenteros rincones, desde donde podemos arrancar a MALA STRANA, un pequeño rincón vivaz y alegre, con su plaza y en su centro la iglesia de San Nicolás, una preciosidad barroca que nos hace comprender mejor a Praga, y cerca la Iglesia de la Victoria con su "Niño Jesús de Cera".. Podemos comer y beber, podemos, de nuevo, comprar esas cosas que acaban muertas en el cajón de casa, pero es mejor subir a PETRIN, hay un funicular que a su cima nos eleva, desde donde apreciamos la meseta desgastada por el pasar del Moldava. UN TERCER DÍA nos lleva, en primer lugar al MONASTERIO DE LA GUARDIA, donde podemos contemplar dos majestuosas bibliotecas, al LORETO, de ambientación colonial española, con su extraordinaria Capilla del Nacimiento, resultado todo de la Batalla de Montaña Blanca, y desde aquí al CASTILLO DE PRAGA, donde podremos contemplar a las doce del mediodía la fanfarria del cambio de guardia, sin embargo éste conjunto palaciego es "un poco mentiroso", donde destaca la magnífica catedral de San Vito de fábrica gótica pero rota su simetría por la fachada lateral barroca que contiene el órgano, el expositivo Callejón Dorado y la Torre-Prisión de Dalibor. Hay otras dependencias, el convento-basílica de San Jorge, y un plaza de descanso. Un CUARTO DÍA requiere Praga..., el Castillo Alto, San Galo, un Paseo en Barco, el Monasterio de Santa Inés, la Iglesia de Santiago, la Plaza de los Cruzados...

      PRAGA es un mito de la belleza, una ciudad perfectamente iluminada en la noche, que capta los sentidos visuales, que adormece el raciocinio y reniega de lo germánico, una ciudad muerta de praguenses, un transito alocado de turistas, de hoteles, de variopintos museos y salas de conciertos. Aquí predomina el eclecticismo en la arquitectura de sus edificios, una ciudad burguesa, donde las clases ascendentes de comerciantes y empresarios se entrelazaron con una nobleza centro-europea rancia, donde esa intimidad callejera muestra el oropel decimonónico de la supremacía fabril sobre lo noble y lo villano. Estás  casas, grandiosas y espectaculares, que rompen con el clasicismo y causan viva impresión en los visitantes, escogen motivos moralizantes en sus composiciones estéticas, con una alta profusión de neo-góticos, neo-románicos, barrocos casi exuberantes, columnas griegas y pórticos espectaculares que viene a mostrar el poder del dinero y la miseria de artesanos y criadas. PRAGA es un grandioso cuadro de fachadas, donde lo dorado y lo negro combinan con tibios azules, blancos, rojos y pardos...

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