jueves, 15 de febrero de 2018

04160-33.NOTAS PARA UN IMPOSIBLE MANIFIESTO ANARQUISTA: 09.Primera Pre-Era: Del Círculo al Quicio: Del fin de la Anarquía al Estado

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     Si en un primer momento la relación se establece entre el Iluminado y la Imagen Divina, lo singular de esta conexión se pluraliza, de modo que la translación de lo único a lo plural, es decir, trasladar el deslumbramiento al Conglomerado, tiene lugar por medio de la AUTORIDAD, que es una esencia, que es inexplicable para el Iluminado, que entra directa al corazón, donde es recibida por el sentido, y se instala en la mente, donde es captada por la razón. Tiene Autoridad aquel hombre que percibe la Imagen Divina, que por la dicha aprehensión vira su común vida en volandas, transportado por el Portento y estigmatizado por la Revelación. Todo, entonces, es posible. Cuando tal actividad del Portento se ejecuta es cuando, y véase que el cuando es tal porque es al mismo tiempo el mismo cuando, el sentido y la razón se enredan en una síntesis de verdad. Ahora bien, para que el Portento obre como tal es preciso su expansión. El proceso se asienta sobre tres columnas, cada una de las cuales interviene en tiempos y espacios diferentes, generando distintas incidencia. Propia en el sentido de que la Autoridad se impone directamente por el Iluminado, lo que se ejecuta tanto entre la Sustancia de Hombres sobre la que se quiere actuar como entre Avanzados y Héroes; sobre estos últimos, incidiendo sobre el Conglomerado más allá de la vida física del Iluminado, de modo que la pervivencia de la Imagen Divina se extiende más allá de su inventor o Iluminado, conservándose éste como paradigma de la Verdad.  Tal es el uso que se hace de la Autoridad en forma de Mandato. Para ejecutar la orden han de ser reunidos los hombres en un lecho, para que una vez allí el flujo los conduzca hacía el Quicio. El MANDATO es la expansión de lo singular a lo plural; cuando la Imagen Divina hace acto de presencia lo hace, generalmente, ante un hombre, el Iluminado, el cual recibe un encargo, el Mandato, esto es, dilatar la visión, extendiendo el hecho, la aparición de la Imagen Divina, entre el resto de los hombres, con un destino, el Quicio, y un objetivo, alejar a los hombres del Pandemonium. De este forma, es evidencia y como tal incuestionable, que un peligro se cierne sobre el Conglomerado, cuyos hombres de pronto miran; aquel que les informa con la advertencia de que tras ellos una reunión de demonios se cierne, el Iluminado, afirma, sin ninguna duda, que ha detenido el anárquico Movimiento Aleatorio y que ya no depende del Azar, sino de la Imagen Divina y del destino que les ofrece, es decir, más allá del Quicio. Con su Autoridad el Iluminado se hace escuchar y expone la Revelación. Es cuando el flujo surte sobre el lecho, llevando en volandas a la Sustancia de Hombres hacía el Quicio. Este es el MILAGRO.

     Podemos certificar, al punto que lo anterior sucede, el fin de la Anarquía; lo que ocupa su lugar, sin que se muestre, es el Estado.

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