lunes, 22 de junio de 2020

05878-24.PRINCIPIO DE LA HISTORIA. 05.Regina

DOCUMENTO ANTERIOR
05871 (17.06.2020 - 04.Regina)

DOCUMENTO POSTERIOR
06525 (28.07.2021 - 06.Regina)

- Necesitas una cura de locura, una muestra de realidad; necesitas beber algo. Mira, entremos ahí mismo...
ARISTODEIPNON; las dos mujeres arrancaron desde la misma pared de la alberca hacía la misma pared del bar.  
- Por el mismo precio os lo hago a las dos.
Se detuvieron y se miraron las dos mujeres.
- Llevo una mala mañana; a las mujeres les cuesta pagar por sexo. En eso son más machistas que los hombres. Aprovechar la ocasión, dos por uno; la habitación la tengo en esa casa. Sino queréis que os la meta, puedo chuparos el coño y sale más barato, pero, de verdad, que estoy desesperado, y tengo dos hijos que alimentar
- ¿Y tú mujer? –preguntó Pandora- 
- Se marchó de casa; dijo que estaba harta de mí y de los niños, y que ella lo que quería era realizarse, que solo se vivía una vez. De novios nos fue bien, de recién casados también; pero con la llegada de los niños descubrió que los hijos eran para los padres. Desapareció huyendo y yo... pues eso. Animaros, si queréis antes os enseño la mercancía. 
Regina movió negativamente la cabeza mientras Pandora abría el bolso y extendía al hombre unos dineros
- Toma...
- Si no hay trabajo, no.
Pandora guardo el dinero en el bolso, y seguía, de seguido, a Regina al interior del Aristodeipnon; allí, y apoyadas ambas sobre la barra, pidieron al barman entretanto eran observadas por el Puto. 
- Espera... –señaló Pandora a Regina. Salió, habló con el Puto y regreso con él allá donde Regina les aguardaba- Nos acompaña; le he pagado
- En ese caso, que se tome algo.
- Un café y ese trozo de tortilla ¿de... patatas?, si. 
El barman había confirmado que lo era sin cebolla, preguntó si calentaba la pieza y se evadió de ellos hasta pasado un rato. 
- Lleva cuidado mi amiga, no te dejes llevar por la curiosidad que yace oculta en la ociosidad –afirmó Pandora-
- ¿Y qué otra cosa puedo hacer?
- Eso es algo que nadie ha de decirte. Puedo escucharte, puedo hablarte, intentar convencerte..., pero seguir en paz o vivir entre truenos es una decisión tuya que solo tú puedes llevar a cabo y ejecutar a tu cargo.  
- ¿Y esto que vivo es paz?
- Al menos lo era...
- Yo diría engaño
- Tienes Regina a tu marido, tienes a tus amantes, ¿para qué quieres un amor en tu vida? ¿No te basta la felicidad que quieres cubrirte de desgracias?
- ¿Es el amor una desgracia?
- No lo dudes...
- ¿Y qué fue, entonces, lo que sentí al oler su cuerpo al paso del muerto? 
- Si fue amor, malo. Olvídalo...
- Olvidar sus manos sobre mis pechos..., sus dedos en mi vulva..., sus palabras en mis pensamientos, olvidar su recuerdo..., no puedo. Apenas me ha dejado satisfecha, que me falta el aire, apenas ha dejado de mirarme, que busco su mirada. Frente a la evidencia irrefragable de tenerlo dentro de mí sobran las razones lógicas. Lucho contra mi, Pandora.  
- Escucha Regina, cuando una necesidad nos atrapa en sus traicioneras redes, el dulce que nos reclama desde la red es el veneno que transforma nuestro pensar en una adición, cuyo peligro reside en la ociosidad de nuestros pensamientos. Tienes un marido que te ama y unos amantes que te colman; de uno y de los otros puedes prescindir porque en esa red tú eres la araña..., ¡oh, dios mío!, has abandonado tu red, donde reinas, y has saltado a la red emponzoñada de ese hombre, que te aparta de tu marido y de tus amantes. Retrocede, salta hacía atrás antes de que ese hombre descubra que eres presa en su tela y que buscas el dulce sabor de su entrepierna. Desúnete, haz que nuevos pensares discrepen de tus actuales pensamientos, invierte la curiosidad de tu existencia por la seguridad de tu vida.      
- Me pides que sea otra
- Que seas la de antes..., la dueña, y no la servil, te pido que abandones esa pueril idea de mutar un matrimonio por otro
- Pero es amor...
- ¿Y qué tiene que ver el amor con el matrimonio? ¿Cuántos amores se han perdido en el camino de la coyunda y han nacido de una unión prefabricada? 
- Pero no lo viste al despedirse, al despedirse, tras el desayuno, alargo sus manos hacía mi cara, tomando mis labios en los suyos. Al separarse era su rostro lo único que mis ojos veían, y eran sus manos, sobre mis pechos primero y sobre mi cintura, las que levantaban mi vestido, se introducían en mis bragas, y mientras me besaba con un calor infinito, sus dedos se mojaban al principio de mi vagina. No lo viste, por eso no lo comprendes. ¿Cómo quieres Pandora que renuncie a la dicha?
- Dirás... a la carnalidad
- Si, a eso mismo –sonreía Regina-
- Si viene revestida de amor, sí. Esa es la diferencia, y eso es lo que no quieres admitir. Has ejercido con tu marido y con tus amantes el gusto por la carne sin confundirlo con el amor; con ese hombre ese placer es un peligro. Y bien que lo sabes. No peques de ingenua. 

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