lunes, 25 de septiembre de 2023

07720-120.LIBROS: 03.Contribución a Así habló Zaratustra de Nietzsche: 02.Introducción: Estructura y Estilo

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07717 (24.09.2023 - 02.Contribución a Así habló Zaratustra 
                                       de Nietzsche: 01.Introducción)

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07723 (26.09.2023 - 04.Contribución a Así habló Zaratustra 
                                       de Nietzsche
                                  03.Introducción: Lectura 



      La ESTRUCTURA en tres partes y 77 capítulos conforma prosa con canciones en un entramado seudo/argumental que no presenta un planteamiento ni desarrolla un contenido novelado, ni alcanza un fin cerrado, tampoco responde a un tiempo determinado, si bien presenta algunos espacios, más ficticios que reales, del tránsito de Zaratustra, de lo que resulta que el objetivo de Zaratustra no es cumplido en la medida que el hombre que busca Zaratustra no existe, lo que queda patente en el hecho de que, si Dios muere al comienzo de la obra, revive al final de la misma ante la visión de los hombres superiores adorando al asno

        El ESTILO que se emplea es, básicamente, indirecto, dirigido al Hombre e ignorando a la Mujer, ya que la mujer es entendida como un ser en el que se oculta un esclavo y un tirano, incapaz de amistad, y que solo conoce el amor, de manera que las mujeres son gatas, pájaros y vacas. El MÉTODO que se emplea, de una personalidad muy interiorizada, busca tener elegancia y carácter, está lleno de emociones y sentimientos, subjetivo en cuanto se menciona reiteradamente la existencia del alma, de la cual no se expone cuál es su destino, considerando la negatividad de la existencia de Dios. Por otra parte, palabras y oraciones se estructuran en un planteamiento básico de personajes, Zaratustra y sus animales, apareciendo el resto de los personajes como meramente secundarios. No hay conflicto real que solucionar, de manera que el desenlace de lo que se cuenta es Zaratustra tanto en su inicio como en su final, respondiendo a una narración abierta plagada de microrrelatos, destacando una sucesión de acontecimientos que solo tienen valor para Zaratustra y en los que participa, en general, un colectivo humano, enmarcado en un espacio y tiempo ficticios. 

       Dice Zaratustra, “Si yo quisiera sacudir este árbol con mis manos no podría hacerlo. Pero el viento, al cual no vemos, lo agita y lo doblega a su capricho. De igual manera somos nosotros doblegados y agitados por manos invisibles”. Este símil ayuda a entender la dominación del hombre por el hombre, y a lo largo del texto suple las definiciones no expresadas, como “dondequiera que viene a beber la chusma, la fuente queda envenenada”. Metáforas e hipérboles contribuyen de modo fehaciente como “fuegos hediondos” o “sueños mancillados” o “gusanos en el pan de la vida”, aunque, en un sentido estricto, no sepamos para qué.

      Nietzsche desarrolla, no obstante, cierto intento de halo poético usando la prosa; “¡Que no sepa yo atraeros con flautas pastoriles!, que mi sabiduría de león aprenda a rugir con ternura” o ““mi salvaje sabiduría ha sido fecundada sobre las montañas solitarias”. Y en el mismo ser, “oh alma mía, eres ahora, cargada y repleta de abundancia, una cepa de abultados frutos, exuberante de racimos de uvas apretadas”. En esta línea encontramos su ser íntimo, el cual queda escenificado mediante un destierro encubierto revestido de aislamiento e incomunicación y acompañado por una mezcla de añoranza y nostalgia, así, “la plaza pública comienza donde termina la soledad. Y donde comienza la plaza pública también el ruido de los grandes histriones y el zumbido de las moscas venenosas”. A su vez, se relaciona con unos elementos esenciales como la luna, compañera del sol, “cuando ayer salió la luna, me parecía empeñada en parir un sol. Tan abultada y grávida se mostraba en el horizonte” o bien “los amores de la luna son su crepúsculo”, insistiendo “esta allá arriba, sorprendida y pálida ante la aurora”. Otros son los que destapan su lírica, “¿acaso el mar no es el pavo real más vanidoso entre todos los pavos reales?”, y “la tierra tiene una piel, esta piel tiene sus enfermades”, sin olvidar “oh cielo que me cubres, cielo profundo, cielo transparente. Abismo de la luz. Al contemplarte me estremezco de ansias divinas”. Para terminar de recibir, Zaratustra canta “como astuto huésped ha entrado el invierno en mi vivienda. Amoratadas tengo las manos por el apretón de su amistad. Tributo honores a este huésped astuto, pero me complace dejarlo solo”. Nietzsche recoge, de tal modo, diversos elementos naturales que enlaza con un deseo interno que no es otro que exponer, con vehemencia, alocuciones desgarradoras de su más profunda intimidad, “¡yo persigo mi obra!” y para esto entra en la tarea de buscar discípulos sobre los cuales evacuar la idea de elevarse por encima de sus semejantes, de modo que sus palabras caigan sobre valles y caminos impracticables.

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