viernes, 22 de julio de 2016

03034-48.IMPOSIBLES: Una mujer de sesenta años todo lo vigila.

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    De la mar el agua salada sabe a dulce ungüento, a media mañana. Hoy, entre azul y verde, que el cielo tiene gris el alma, apenas se distingue el horizonte al cabo de la marina llanura. Huele a algas en la orilla depositadas, más negras que marrones, apenas algunas rojas, no las hay verdes, aquí donde las olas dejan de ser olas y mueren, aquí donde viven las arenas de la tierra, que parecen no hablarse con las espumas de las olas que en este próximo horizonte yacen. Una mujer de sesenta años todo lo vigila.

   Tres niños trabajan, sus hacendosas manos, de arena pintadas, van y vienen de la tierra al agua, portan agua dos, el tercero cava, "quita el agua" dice un cuarto que llega tarde, pero que manda, mientras hay un quinto que busca el tapón de la balsa. 

   Y el sol en lo alto, hace un guiño entre las nubes pardas, que se muestra cálido al pairo de la mañana; un aire, en movimiento, acompaña. Llegan un grupo de algas, quedan varadas junto a los niños, "quita el agua", llegan, a lomos de las blancas olas, animales a la playa, sin vida y con la boca abierta. 

   La mujer de sesenta años, la que todo lo vigila, la que está junto a mi lado, en soledad pasa su suelta mano por los entornos desnudos de los pechos que oculta un sostén de baño. Sé que está mirando al hombre, tal vez de cuarenta años, que sale del agua mojado. Un alga, pegada a su muslo, parte recia de la ingle y cae buscado la rodilla, mientras pasa junto a los niños, y llega hasta la toalla.... deja sus pechos vistosos para que el sol los pueda tocar con sus haces, con sus manos los envuelve el hombre, y los pesa, besa los pezones que saben a sal de mar dulzona, mientras transporta el aire un viento fresco que sabe a gloria. 

    ¿Dónde estará el tapón de esta balsa?

   Ella rechaza al hombre, que no le presentó sus pechos para que los poseyese, sino para que bebiese de ellos pasiones inexistentes, inventadas irrealidades, junto a las negras arenas de esta playa, en el filo que separa al agua de la tierra. 

    Llueve en la playa; los niños, mojados, se mojan. Gotea mientras luce el sol en la playa. Unas algas de la tierra son arrancadas, y vuelven muertas a mar abierto; "entramos en un túnel blanco y del túnel blanco fuimos rechazadas a tiempo, antes del que túnel blanco se tornase a negro" explican las algas a su regreso. La mañana tarde se está volviendo; mira la mujer el desnudo cuerpo del hombre rechazado; enhiesto, como cañón armado de entre sus piernas sale el cielo. Se agacha la mujer, oscilan sus pechos, y bebe agua divina, mientras el hombre la golpea en su cabeza, y déjala muerta.

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