martes, 21 de abril de 2020

05771-21.NECROLOGÍA: Senos en el espejo

DOCUMENTO ANTERIOR
02522 (04.10.2015 - El poder sin dueño)

DOCUMENTO POSTERIOR
06470 (17.05.2021 - 05.El Señor de Las Hoyas
                                       Discurso)


      Odeón, POR ENTONCES FRISANDO LOS TREINTA AÑOS, como el aceite sobrenadando en el agua, admirando sus senos en el espejo, solo quería zafarse de la decisión tomada; había cambiado una vida de esperanza por una cocina taimada, dispuesta a dejarla seca de vida, retrasada, con el confalón humillado en el campo de las batallas perdidas. Eran los momentos de las vivencias más pequeñas, tareas hogareñas, pensamientos insulsos, repetición de los desacordes más graves y sometimiento a la nada de las cosas; su amor por El Señor de Las Hoyas no la salvaba, no le ayudaba a salir del pozo de inmisericordia donde se autodestruía. Odeón no era lo que siempre había soñado, ser la carne o el pescado de un plato, sino el condimento. Y cuando miraba hacía atrás, en busca de la torpe decisión tomada, veía el postigo cerrado, su sinecura ocupada por otra joven y lo más terrible las tareas de la casa por hacer, la compra por hacer..., la confusión ocupándose de ella, rebajándola a su condición de animal moribundo. ¿Qué podía hacer?..., apoyando su cabeza en el masacar, ¿decir?, en aquella mañana de ventanales semiabiertos, “¿dónde estás amor mío que al abrir mis ojos siento el frío penetrando y lo veo escondido?”. Se mecía, al trotar del balancín, siguiendo la curvatura de la base, péndulaba al son de la monocorde música de sus quejas, balbuciente en frases, llena toda de carámbanos asidos a su helada alma. Ser mujer es una tragedia, en un mundo de hombres ser mujer es una tragedia, porque si bien la naturaleza es de las mujeres, el mundo es de los hombres, ser mujer es, como decía un tal Cómodo Centón, ser un mero depósito de niños, y por mucho que las mujeres nos empeñemos en ocupar un espacio en el mundo, la naturaleza nos llena el depósito de un niño, nos refuerza la posesión del niño y nos inutiliza para ser parte del mundo. La diferencia es muy simple: el hombre se ama así mismo, la mujer ama a sus hijos. 

- En la naturaleza la inteligencia no es necesaria.

No hay comentarios:

Publicar un comentario