viernes, 24 de abril de 2020

05778-103.IMPOSIBLES: 36.Virus Corona: ¡Sal a dar un paseo!

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05749 (07.04.2020 - 28.El virus Corona: Un médico sirio en Alemania)
05736 (30.03.2020 - 329.MUNDO: 26.El virus Corona
                                    03.¿Qué autoridad ha de mandar?
                                           Manda la Autoridad Natural)
05770 (21.04.2020 - 336.MUNDO: 34.Virus Corona: 02.Concepto)

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05782 (29.04.2020 - 38.Virus Corona: Evico-19 ha llegado a mi pueblo)
05787 (02.05.2020 - 39.Virus Corona: 02.¡Sal a dar un paseo!
                                       Sociedad Primitiva/Infantil)


      Cómodo Centón está recluido en casa, y quién ha dado la orden de prisión no ha sido el Gobierno de la Nación, sino EVICO-19; que nadie se confunda, EVICO-19 manda en el mundo (ver documento 05736 de 30.03.2020 de este índice). 

     Ese mando y ordeno ha causado estragos en las personas, al menos esa es la sensación de Cómodo Centón, por varias razones; las personas están en claustro, como en cenobio, casi clausurados, retirados de los demás, arrinconados en si mismos, su visión del mundo es la televisión, la radio, el periodico, el balcón, por medio de los cuales aprecian que sigue existiendo el cielo arriba, que no ha caído sobre la tierra, que hay muertos, enfermos, curados, que la familia está entera o que ha sido cuarteada, que hay personas trabajando, a las que ya no se les ve las manos, a las que solo se les ve, apenas, los ojos pegados a la cara. Hay otras razones, el miedo mutado en terror, la desconfianza en la respiración ajena, casi el olvido de otros tiempos de paseos por el peristilo de la existencia, ahora vida enterrada en los adentros sin poder ver la galería de columnas por la que transitaban las personas en, lo que parece, lejanos tiempos. 

     Por lo anterior, sufren las personas de destiempos, tarde se acuestan, se levantan tarde, hacen la comida, pasean por el pasillo de la casa, ejercitan los músculos y sueñan despiertos que un día saldrán a los encuentros, pero se asfixian de verse solas en un espacio que ha aniquilado al tiempo, porque la luna, desde el balcón, no es la misma luna, ni el sol sabe a dulces rayos, si no a rayos de fuego que, poco a poco, parecen perpetuos, como luces eternas que matan los cerebros, y aflora lo mustio montado sobre un caballo que galopa, galopa sin bridas. Casi todo, así, se vuelve negro, sobre todo cuando se comprende que es cosa de EVICO-19 y no del Gobierno, que la solución no parece estar en este mundo, sino en la ausencia de manos de un virus que solo persigue su sustento, que ha convertido a la humanidad en su despensa de alimentos.

      Cómodo Centón no padece de tales sufrimientos; está acostumbrado a ser solo, que vive en sus adentros como en una cartuja que no modifica su espacio y que carece de tiempo. Cómodo se mueve por su casa, habla con los muebles, se responde a sí solo, y teme que acabe el encierro, que, de pronto, EVICO-19 habrá la puerta y le diga... ¡sal a dar un paseo!

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