viernes, 1 de diciembre de 2023

07910-143.LIBROS: 26.Contribución a Así habló Zaratustra de Nietzsche: 08.Otros conceptos de Hombre: 05.El Hombre de la Plaza Pública

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07901 (28.11.2023 - 25.Contribución a Así habló Zaratustra 
                                       de Nietzsche
                                  07.Otros conceptos de Hombre
                                  04.El Hombre de la Plaza Pública

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07927 (12.12.2023 - 27.Contribución a Así habló Zaratustra 
                                       de Nietzsche
                                  08.Otros conceptos de Hombre: La Mujer)


        En la Plaza Pública, como representantes del Estado, viven Predicadores y Sacerdotes; su actividad principal es escribir máximas, las cuales el Hombre aprende de memoria y forjan su pensamiento. Así, para poder entender la diferencia entre “pensar” y “pensamiento” se nutre Zaratustra de las tarántulas, las cuales se nutren de ávidas y secretas venganzas que hablan en favor de la vida desde sus madrigueras de poder, ya que su ser es hacer daño.

        Predicadores y sacerdotes, sumados a políticos y sabios, forman el conjunto del poder del Hombre sobre el hombre, de ahí que niegan al Superhombre; en todos ellos la idea es la igualdad entre los hombres o todos los hombres son iguales, y de tal idea hacen el contenido de sus discursos. Todos ellos han sufrido, por eso quieren hacer sufrir a los demás, nada es más vengativo que la humildad de un sacerdote, pues viven como cadáveres y visten de negro a sus cadáveres y sus discursos huelen a cámaras mortuorias, nos dice Zaratustra, y añade que la Iglesia es una cueva donde habita Dios o el salvador que encadena, lo que requiere, para liberarse trazar el camino de la cuerda sobre el abismo que lleva al Superhombre, pero, como el Hombre es incapaz de abandonar su ignorancia, hace falta alguien que señale el camino y ese alguien no es otro que Zaratustra.

        Hay que acabar con los sabios, especialmente si son famosos; estos se divierten con la petulancia del pueblo, no sirven a la verdad, sino al pueblo y a la superstición del pueblo. En la Plaza Pública habitan los sabios, son seres bien alimentados y disponen de bestias de tiro, El Hombre, para acarrear los carros de la riqueza. Hay que acabar con los predicadores de la muerte, conducirlos a sus ataúdes más allá de sus vidas en ataúdes de vivos, pues anuncian el infinito fin del hombre, su olvido dentro de un mundo de promesas venideras.

     En cierto sentido, nos dice Cómodo Centón a partir de Zaratustra, que la plaza pública es el cementerio donde habitan los hombres

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