martes, 2 de julio de 2013

01485-11.APIOLAR: 02.Cuando un hombre muere, ¿sabe que ha muerto?

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02740 (12.02.2016 - Asesinato era una palabra que lo hacia en loquecer de placer)


       "Cuando un hombre muere, ¿sabe que ha muerto?"

- ¿Qué más da? -pronunció Crimen ante el Hombre del Espejo- ¿Qué quieres?. ¿Significarte?. ¿Es eso lo que quieres?. ¿Qué parte de mi expresa su tragedia? -Pronto dejo de mirarse, y al no mirarse pudo comprobar que el Hombre del Espejo no le miraba. ¡Infinito alivio!. Dispuso la pluma en su mano... "un empuje de vida mantiene mi esencia traspasando los limites de voluntad, mientras que una vida empujando me repliega a mis bases. Entre el traspaso y el repliegue, vivo. Sin saber a cuál de los dos confiarme, dejándome resbalar desde lo alto del repliegue a la profundidad que se sitúa más allá del límite de la vida. No sé a estas alturas, no sé, me hallé dónde me halle, en cualquier parte de la línea que separa el repliegue del traspaso, no sé si distingo, con suficiente prestancia, la linde precisa que me hace pasar de un concepto al otro. Lo peor, acaso, es que no logro verme desde fuera. Siento el rompimiento de los vínculos naturales, mi depravación manifestándose al través de una embriaguez producida por una pasión vehemente, una afección del cerebro que cuelga las ideas y suspende las sensaciones, y al tiempo que quedan paralizados mis movimientos voluntarios vese por entera mi existencia salpicada de turgescencias, donde se muestran los oscuros poderes del destino". Y todo esto en turbión. Omiso había dejado la pluma; siempre en esta situación Crimen alargaba su vista ojosa en busca de Hassan As-Sabbad, de quién recibía, no sabia por qué, la visión tranquilizadora del pacifico universo. Miró su trabajo sobre la mesa, aquel que presentó en la Revista Hablada nºDoce, y repaso leyendo en silencio "...Velázquez es monocromático. El blanco y el negro, hundidos en gris...", te iría..., dijo al retrato del Viejo de la Montaña, "...parece decirnos que el pintor de los pintores no entendía de modelar colores, que quedaba atrapado por la falta de consideración de la naturaleza en cuanto al placer de la diversidad de colores. Sin duda el polvo gris resultante de una explosión es color si es eso lo que buscamos. La delicia del color no es el resultado de la mezcla de colores sino que está allí donde la pintura lo requiere. Mirar al negro no es suficiente, haya que encontrar el matiz del negro, y el negro bien comprendido es ligero, es trasparente, es color. Esto es, es relieve. Pintar es dar volumen al color plano. El color por si solo, entendido como singular, es plano, y en este sentido el color separa, fija extensiones particulares y se muestra obtuso y grosero. Para progresar, del color a la pintura, es necesaria la destreza del claro y del oscuro, cuya mixtura adquiere el necesario relieve por mor del aire y de la acción de la luz sobre el aire. Sin esto será pintar una vanalidad". Crimen respiró, ¡que lástima que Diego no pintase a Hassan!, mientras palpaba la lunaria (piedra de color ceniza) que reposaba sobre la mesa. Crimen no compendia por qué la vida era tan injusta con él, con los demás lo entendía, con él no. - ¡Que pasen los lectores! -el Director en Funciones abrió la doble puerta que daba paso a los contertulios de la Revista Hablada Lucentia, y dijo estando los redactores en sus puestos que era aquel el número trece de la misma, que el Director de la misma, hallándose en un proceso de contabescencia, había delegado en su persona la coordinación de este número trece, que esperaba ser digno de aquella confianza y que tal encargo haría lo mejor posible de no ser refutado por alguno de los presentes. Y como quiera que nadie hablo, salvo uno para alabar la línea editorial del Director y expresar sus deseos de que pronto volviese a su puesto en la Revista Hablada Lucentia. Pasose, tras esto, por el Director en Funciones a la lectura de la editorial, y decía la misma como en los tiempos que corrían seguía Impala inmersa en una extrema situación de terror, auspiciada por un asesino del horror que, al igual que el Conde Drácula, se guarecía en un echadero de ubicación desconocida, pero que tan pronto se diese con él sin duda pagaría agriamente todos sus pecados. Alzose uno de los lectores "¡pena de muerte!" gritando. El Director en Funciones lo contuvo enseñándole con la palma de su mano, diciendo que sin negarle el poder decir lo que considerase oportuno, era primero oportuno leer la revista.

- La pena de muerte está prohibida -dijo otro entremedias de lo antes contado entre el Director en Funciones y el Exaltado-

- Es una valoración jurídica

- No, es la ley

- ¿Y qué sino es la ley?. Yo como legislador valoro la justicia y hago una ley. ¡Arriba la pena de muerte!

- Matar. Lo haga quién lo haga, es un asesinato, y debe ser castigado. Y esta idea, sin ninguna duda, también cabe al estado.

     Y siguieron ambos sin atender las recomendaciones del Director en Funciones, quién dió paso al primer artículo de la revista hablada, tras exigir silencio a los dos rebeldes. Anuncio, pues, a quien se levanto por respeto, a Anónfalo, que con tal nombre actuaría el articulista.

     Irene quedó perpleja; lo conocía. Era aquel que le portaba el instrumento, aquel que admira el chello, aquel que había estado en su casa, aquel que tuvo en sus manos la fotografía de su madre, aquel que pretendía..., y se llamaba..., ¿cómo?.  

- Dijo Cómodo Centón "el hombre ha nacido para morir", nuestro destino está pues sellado, es el morir. Todo cuanto hacemos o pensamos es solo el inútil esfuerzo por no morir. De aquí que cualquier acto del hombre que promocione la muerte nos produce horror en todo caso y alivio en algunos. Porque contra la muerte estamos todos, incluso aquellos cuya fe religiosa les advierte que estarán mejor una vez hayan muerto. El asunto no está, pues, en definirnos contra la muerte, sino en significarnos en cuanto a si existe el derecho a matar. ¿Existe?. Todos estamos de acuerdo: el derecho a matar no existe. ¿Estamos de acuerdo?. El problema es: qué hacemos cuando alguien entre nosotros quebranta el inexistente derecho a matar y lo hace, mediante un acto personal, un derecho. Y es de esto de lo que estamos hablando cuando hablamos de la pena de muerte en la norma jurídica. Un pueblo acude a unas elecciones, designa a unos representantes y éstos fijan la norma jurídica: pena de muerte si, pena de muerte no. Y frente al derecho de matar que el asesino impone a la sociedad, ésta responde con el derecho de castigar conforme a una ley. ¿Cómo castigar?. ¿Con la muerte?, ¿Con la rehabilitación?. Con la pena de muerte la sociedad hace emanar el derecho de matar. Sin la pena de muerte la sociedad hace emanar el derecho de la tortura. Dadme a elegir, y yo eligiré morir antes que pasar el resto de vida rehabilitándome en una cárcel. Más, tal vez tú, ¡si, tú!, decidas la rehabilitación en una celda de por vida, pero ¿quién se rehabilita en una celda si jamás ha de volver a la sociedad. Por esto es que hay normas que, haciendo un acto de fe absoluta, ponen limites a la pena, sustrayendo del castigo la pena de cadena perpetua, y este caso puede un hombre matar a cien hombres y salir un día de la cárcel con el cartel en su pecho de rehabilitado. Pero, regresemos sobre nuestros pasos. Allá donde hemos dicho que los pueblos soberanos se dan las leyes a si mismos, lo que hacen en democracia. Y es la democracia la que facilita la conformidad o disconformidad con las leyes, y sus cambios, con sus reservas y agujeros. Sin embargo la democracia se basa en la desigualdad del poder político, donde el mas preeminente de ellos impone su ley y sus resultados. Y esta es una posición absoluta, siendo que de este entramado de concepciones democráticas es de donde fijamos posiciones absolutas en cuanto a la pena de muerte. Hace un rato, antes de que pasasemos a esta sala de tertulias, hemos estado en el bar de la casa tomando unas bebidas, vino, cerveza, vermut. Y lo hemos hecho tanto los que estamos a favor como los que estamos en contra de la pena de muerte. Todos sabemos que matar es malo y, sin duda, todos sabemos que el alcohol es malo. ¿El alcohol es malo?. No siempre, pero matar es siempre malo, o a veces matar no es malo. ¿Qué hacemos cuando vemos pasar a una cucaracha por nuestra cocina?. La matamos y sino la matamos es porque estamos muertos de miedo. Imaginense que una raza de alienigenas estan contra el alcohol y a favor de las cucarachas y dice su ley "todos los que toman alcohol y todos los que matan cucarachas deben de morir", así, sin más. 

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