DOCUMENTO ANTERIOR: 01701
DOCUMENTO POSTERIOR: 01725
El tenedor estaba en su sitio, el cuchillo a su lado era otro al que dejará, al tenedor, arrimado, y se notaba por el borde que tenía alterado, y la punta que no era aquella del otro cuchillo, que ya no estaba sobre la mesa sentado.
La mujer le acariciaba con la mano el glande, y pensaba que más tarde le devolvería el favor a la mujer, que era lo habitual entre ellos cuando se encontraban solos y desnudos a un tiempo, pero ahora mismo se apreciaba como entretenido, ya que su pensar, que ahora lo tenía activo se ocupaba de la permuta de cuchillos. A lo lejos un nubarrón de gruesas gotas de agua, que juntas se consolaban, se cernía como águila y con descaro sobre el glande que la mujer acariciaba con sus manos. Estaba orgullo de su falo, alegre de ver como ella se alimentaba. Venía sobrevenido el viento, una brisa que ayudaba al águila a cernirse sobre el alimento, que por tener patas, corría.
¡Que distancia más simple existe entre la vida y la muerte que nunca se encuentran porque son la misma cosa!
La puerta se abrió de pronto, al parecer por la humedad del agua. Las piedras tocaban fondo, las algas en la superficie oscilaban... ¡Que delgada es la línea que separa al agua del aire!. Pero... ¿acaso existe?, y sí existe esa línea, ¿es superficie de agua o lo es de aire esa línea que separa al aire del agua?. Más... había pasado la puerta y ahora respiraba en un mundo nuevo que no era aire ni era agua, donde todo parecía suspenderse de ningún sitio, ni tuviera principio ni fin la muerte.
La cabeza de la mujer tomó, a la altura de las orejas, con sus manos, besó cada una de las mejillas con cierta pasión escondida, después la frente alcanzaron sus labios apenas encendidos, y la besó en los labios con el amor propio de los que jamás estuvieron enamorados, recibiendo restos del sabor de la leche que él antes en su cuerpo había fabricado.
Fue entonces que quedó advertido... un cuchillo al otro había herido.
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