lunes, 14 de agosto de 2017

03807-18.NOTAS PARA UN IMPOSIBLE MANIFIESTO ANARQUISTA: 01.Historia del Desorden y búsqueda del orden

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      Para semejantes destinos no fueron necesarias las alforjas que para los esclavos dispuso Tales de Mileto, que son el agua, lo ilimitado de la materia y el aire, puras necedades que nos conducen a la muerte. Porque la indeterminación de la muerte, esencia de la materia, se forró del límite, forjando la forma, exaltando al número y permitiendo al hombre en las cavernas conocer la materia, el devenir de las cosas, el Estado, el sentido de la ley, su prendimiento. Y fue allí, en las paredes del Cado, donde la Imagen Divina afloró, ilustrando al Hombre en el primer conocimiento: TODAS LAS LEYES SE NUTREN DE LA DIVINA. De modo que nada viene a ser, pues todo está en el uno y es el pensamiento lo que permite al Hombre subsistir en la gruta del Estado, entre el amor y el odio, sujeto a las cuatro raíces. Sin embargo, vana ilusión, hubo un instante de lucidez que se fue a manchar en su argumentación; así, caen los indivisibles desde la eternidad en el espacio vacío, componiéndose todo de corpúsculos, quienes no vienen regidos por dios alguno, ni por una finalidad, ni por el azar, sino por si mismos. Y digo vana ilusión porque ese por si mismos no es sino, al cabo de todo, un dios oculto en las profundidades del hombre atento a la pared de la gruta, de donde emana la idea de orden y finalidad, que para ser puestas en la práctica requieren de la habilidad, de una habilidad capaz de todo, sin escrúpulos; ser el primero. Pues sin duda que en el Cado rige el poder, el cual se apoya en la inexistencia de la verdad, que si existiese nunca se podría ni conocer ni comunicar. He aquí la medida de todas las cosas: el hombre. Las leyes no son eternas, los dioses no son eternos. ES ETERNO EL ESTADO, descubre el Hombre en su cado, donde parece ser que somos, como virtud, la esencia de las cosas. Es el momento cumbre, el Estado ya tiene dos hijos; uno es la Ley, la Religión es el otro, y ambos quieren ser lo Absoluto, la esencia de las cosas. Es el momento en el cual el Hombre en su Cado aspira al infinito; tiene la idea. Ha comprendido que no es una piedra, que no es una bestia, que no es un vegetal. En la tierra es dios, pero no en el universo; lo que el Hombre sabe por ilustración de la rememoración. De arriba abajo, manipulado por sus propias ideas a partir de las visiones aparentes emanadas de la realidad. Así, las cosas existen abajo y entre ellas existe, arriba, la Imagen Divina emanando de la pared del Cado. No hay, pues, separación entre idea y realidad, sino conjugación entre ambas por complacencia del Hombre, quién en este punto da un salto esencial en la historia del Cado, proporcionándose así mismo primero y a los demás después el método de la enseñanza, la educación, como contemplación de la esencia de las cosas, lo que nos sacara del Cado y nos extenderá sobre la verdadera historia de la verdad. El Hombre, al abrigo de su alma, adquiere conciencia de ser libre, pero para serlo precisa del Hombre Esclavo, ya que del mismo modo que Dios dispone de esclavos en el cielo, los ángeles, es justo que los hombres los tengan en la tierra, pues el objetivo de los hombres libres es asemejarse a Dios, lo que han de hacer con el espíritu, dejando el cuidado del cuerpo y el ejercicio de los trabajos materiales a los esclavos. Ha nacido el Estado, esto es la desigualdad entre los hombres; unos se ejercitan en la producción de alimentos y otros en la defensa de unos que se ejercitan en su exaltación divina. El Hombre como medida de las cosas es superado por Dios, heredero de la Imagen Divina, como medida de todas las cosas. Dios es una convicción del Hombre, con un sin par objetivo: servir al Hombre Espiritual, demoliendo al Hombre Productor y al Hombre Guardián. La idea del Hombre en el Cado se ha materializado fuera del Cado mediante el método educativo. Así, de la academia al peripato, encerrados no, caminando. La moralidad debe ser el Estado. La materialización del Estado es la protección del Hombre Espiritual, hombre noble, frente al Guardián y al Productor, hombres salvajes. Y son estos, los salvajes, quienes para adquirir moralidad precisan de las leyes y las religiones; el Estado es antes que el Hombre, se aprende en la academia y en el peripato, YA QUE DIOS CONECTA CON EL HOMBRE A TRAVÉS DEL ESTADO, liberándose el concepto divino de cualquier responsabilidad sobre los acontecimientos en el mundo. Más no basta con la irresponsabilidad de Dios, es preciso que el Hombre en el Cado se convierta en el culpable de la satanización de Dios; el Uno es el uno, su deriva es una copia espiritual, presentándose la materialización de la copia del arquetipo como el gusto por llegar a ser naturaleza y, por lo tanto, materia muerta, lo que sobreviene por el proceso de alejamiento de la Imagen Divina que prendió en el Cado, y que consta en el olvido de la condición humana. Ante tal evidencia, y sujeto a la supervivencia en el Estado, es como el Hombre retorna a Dios como bien y así mismo como destino del mal.

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