jueves, 24 de agosto de 2017

03821-19.NOTAS PARA UN IMPOSIBLE MANIFIESTO ANARQUISTA: 02.Historia del Desorden y búsqueda del orden

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       He hasta aquí como el Hombre del Cado ha conocido de si mismo, y al conocerse ha inventado a dios para justificar el Estado. Lo que sigue es la cabalgadura del Hombre sobre la tierra, lo exterior al Cado, del perfeccionamiento del Estado y de los elementos justificativos religiosos.

      CREO PARA SABER. No podría ser de otra forma, ya que sobre el Hombre fuera del Cado un cielo de pureza surge de entre sus ideas, sin duda con la misma fuerza que se intuye un infierno de dolores en las profundidades de la tierra. Entre ambas ideas el Hombre es un ser libre, siendo más o menos libre en la medida de su movimiento hacía o contra Dios. Cuanto más espíritu, mayor libertad. Es una época en la cual el Estado se muestra contra la parte de Dios que amenaza la existencia del Estado fuera de Dios. Es entonces cuando Ley y Religión, los hijos del Estado, entran en constantes batallas de inútil aniquilamiento, mostrándose como amantes insatisfechos por el dominio del Estado. El Hombre adquiere y disfruta de su condición de individuo. Entre el Hombre y Dios solo está el esfuerzo de la unión, de modo que la existencia del Estado solo es necesaria para aquellos que están más cerca de la materia muerta que del espíritu. En cierto modo se puede vivir dentro del Estado sin formar parte de su estructura, pues el Estado como idea materializada es nada. Lo único real es el individuo, sus derechos para emprender el camino hacía Dios, de modo que con la libertad de espíritu y el hallazgo de Dios el Estado deviene en innecesario, como ya no habrá necesidad de una Iglesia Jurídica Visible cuando el Hombre esté con Dios. Sin embargo la intención de este concepto religioso se quiebra, pues si bien es cierto que existen hombres de espíritu, son mucho más numerosos los que propenden al capricho. La disciplina es necesaria y debe ser ejercida por quien pueda hacerlo de forma harto efectiva, siendo éste el Estado, y en su esencia la educación, por medio de la cual ha de comprender el Hombre que lo que ha de hacer es someterse a la ley cuando se rige por Dios y negarse a su cumplimiento cuando la ley se opone a Dios. Es la fuerza en el derecho y la moralidad en su ejecución, de modo que el Estado se presenta como ejecutor de la Ley, como representante de la moralidad, como esencia de la bondad. Aquí es donde tiene lugar la TRANSFORMACIÓN DEL HOMBRE EN EL CADO EN EL HOMBRE EN LA PLAZA, y se inicia el fundamento de la discusión: razón o voluntad. Esto es, el Hombre medida de todas las cosas. Exaltación del hombre como el dios de la tierra en la plaza pública. A la vista de lo antedicho, el hombre adquiere un valor, es un cuanto de poder y su presencia en la historia pende de su reconocimiento, el cual, a su vez, se sustenta en la ventaja que supone tener de su parte al Derecho y a la Religión, ambos, como ya sabemos, hijos del Estado.

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