viernes, 13 de abril de 2018

04241-36.NOTAS PARA UN IMPOSIBLE MANIFIESTO ANARQUISTA: 12.Primera Pre-Era: Del Círculo al Quicio: ¿A quién le habla la Imagen Divina?

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04221 (25.03.2018 - 11.Primera Pre-Era: Del Círculo al Quicio
                                      El objetivo de la Imagen Divina)

DOCUMENTO POSTERIOR
04276 (27.04.2018: 13.Primera Pre-Era: Del Círculo al Quicio
                                    ¿A quién le habla la Imagen Divina?:
                                    al más capaz para sostener el gobierno)


       La cuestión, ¿a quién le habla la Imagen Divina?, no es cuestión baladí. Habla al Hombre en estado de soledad. Esta presencia individualizada de la Imagen Divina ante el Hombre en el Cado es significativa y trascendente a dos niveles y a un mismo tiempo. Lo primero que acontece es el repetido hecho de cómo en todo caso la Imagen Divina se muestra ante un solo Hombre; tal asombro tiene lugar en un retiro, en un aparte desconocido, en unas circunstancias interiores, sin que la razón y su demostración puedan ser explicitadas, sin que la Imagen Divina otorgue pruebas fehacientes de su existencia, de su permanencia en lo infinito y por lo infinito, de su universalidad y totalidad, de su saber absoluto. Sigue a lo anterior la forma en la cual el Hombre del Cado se implica en demostrar que la Imagen Divina, lo cual deviene de la propia verdad que contornea la Revelación, es una realidad. La asunción de la milagrosa visión es un factor interno que se desata en una pasión sin límites; esta fuerza impone la demostración. Y es en este preciso momento que el Hombre en el Cado comprende la necesidad del instrumento propiciado en el portento, que no es otro que el Estado, para encuadrar su orden. Pero inmediatamente después y al mismo tiempo transciende el complejo visionario a la Sustancia de Hombres que deviene en Pueblo. Es una conjugación indiferente de variables que se hacen posibles al emerger al unísono y en el mismo Quicio que separa al Cado de su exterior. He aquí la materialización del engaño. El Hombre en el Cado a conducido al Conglomerado, que es futuro Pueblo porque su Autoridad así se lo evidencia, hacía el Quicio para gobernarlo.

     Pero el Gobierno, con ser parte del resultado del Estado, no es en este momento necesario, ya que el Hombre en el Cado no aprehende el significado cierto del proceso que conduce al Quicio, sino que tan solo tiene un Mandato, conducir a los hombres como Conglomerado más allá de la caverna donde solo tienta paredes en una oscuridad. La trampa queda de este modo cerrada, y en su interior los hombres condenados a no conocer la verdad de su origen. Porque alrededor del armadijo donde se haya prendido el hombre, se levantan nebulosas espesas e intransitables. 

     La cuestión cobra inquietud, genera desconfianza, guarda futuros rencores, más no surgen tales desánimos porque, en la conciencia del hombre que tienta las paredes de la caverna, consta un destino, ya manifestado por aquel Iluminado, incitado por aquel Pandemonium del que ya se habla, aunque nadie haya verificado; hemos de tener en cuenta que solo cabe decidir en seguir tentado en el Cado o en avanzar a la luz que, dicen, resplandece más allá del Quicio. 

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