domingo, 15 de abril de 2018

04249-07.ARTE: Okuda San Miguel

DOCUMENTO ANTERIOR
00401 (19.12.2010 - 06.Leonardo Da Vinci - Año 1988) 
03261 (18.11.2016 - 01.Museo del Prado: Metapintura)
03265 (20.11.2016 - 01.Museo Thysen: Renoir)
03268 (21.11.2016 - 02.Museo del Prado: Clara Peeters)
03324 (17.12.2016 - Antonyo Marest y su pintura)
03476 (14.03.2017 - Juan Fabuel y sus fotografías)

DOCUMENTO POSTERIOR
04367 (07.06.2018 - 08.Juan Ramón Jiménez: Cementerios - 140 de Diario de un poeta)


     OKUDA SAN MIGUEL expone en el Centro del Carmen de Valencia una amplia muestra de su pintura y escultura, entre grandes y medianos formatos, rellenos y visualizaciones primarias.

     El COLOR como sensación se impone como esplendor en sí mismo, un color fuerte, exagerado y contundente se extralimita de si mismo y ocupa la totalidad de la escenografía, donde los ojos del espectador quedan oscurecidos por una sucesión interminable de variaciones multicolores sostenidos por un surrealismo razonado, estructurado y meditado, que media entre un mundo onírico forzado por la mente, y una mente geométrica sin simetrías. No hay puntada sin hilo en las formas de los colores y si un ajuste que parece estar sometida a herramientas de colorimetría con aportación de diferentes valores conteniendo degradados tonales. Quedan añadidos colores complementarios que refuerzan las simbologías y ocupan los espacios geométricos trazados, de manera que no se repiten dos espacios contiguos, separados por un segmento, sometidos a una misma coloración, aunque si un mismo color con diversas tonos. En cierto sentido recuerda a la Teoría de Grafos en cuanto Teorema de los Cuatro Colores. 

     La ESTRUCTURA DE LAS FORMAS responde a áreas geométricas terminadas en punta y enlazadas, entre sí, mediante segmentos perfectamente claros, rechazándose difuminados y zonas de transición. Recuerda a Miró y a Dali, al primero en cuanto expresión y al segundo en cuanto a contenidos, todo dentro de un surrealismo propiciado por la mente real y un mundo onírico, de modo que lo plástico se impone sobre los sueños. La construcción se asemeja a los elementos propios de construcción nazi y soviético, como exaltación de las formas expresivas, pero sin el contenido especifico de los mismos, y en algunos momentos construcciones franquistas. La CURVA está ausente, y el RITMO aparece vagamente, respondiendo el conjunto a una ARQUITECTURA encerrada que carece de elementos de escape. 

     Los CONTENIDOS se repiten; prácticamente ausencia de bocas y labios, de narices, de orejas, presentado ojos vacíos como norma generalizada, formas de mujer entre delgadas y gruesas, algún hombre, animales diversos y sobrealimentados, cierta fijación por las calaveras, así como diminutas figuras en negro que responden a la parte oscura del pensamiento. Las ESCENAS responden más a tonos pastel y conforman la parte más onírica de los trabajos, con elementos de naturaleza muerta, acrecentando de tal modo la parte surrealista. 

    El AUTOR se esconde tras un mundo de colores, aflora entre el entramado de puntas y figuritas negras, busca estar presente mientras se oculta en el pasado, no presentando futuro alguno, lo que hace que los sueños, al ser pintados, carezcan de contenido real, lo cual nos lleva, de nuevo, al margen entre Dali y Miró. No existe la PINCELADA desordenada del segundo, ni resalta el DIBUJO del primero, mostrando formas CUBISTAS posicionales en los cuerpos femeninos. La realidad es que  OKUDA SAN MIGUEL simplemente copia; ahora bien, la COPIA es personal y refleja un intento de mejora del producto.

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