domingo, 6 de mayo de 2018

04295-38.NOTAS PARA UN IMPOSIBLE MANIFIESTO ANARQUISTA: 01.Segunda Pre-Era: Del Quicio al Estado

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04276 (27.04.2018 - 13.Primera Pre-Era: Del Círculo al Quicio
                                 ¿A quién le habla la Imagen Divina?: 
                                  al más capaz para sostener el gobierno

DOCUMENTO POSTERIOR
04339 (26.05.2018 - 02.Segunda Pre-Era: Del Quicio al Estado
                                        Del Hombre en el Cado al Hombre del Cado)


El Quicio determina un punto de inflexión, allá donde la Oscuridad como pasado se transforma en Luz como presente; en esto tenemos el concepto de HOMBRE DEL CADO en un doble sentido; como Iluminado y como aquel que pone en marcha la idea de Estado. Aquí la estructura de los Núcleos Periféricos cobra, efectivamente, vida, y con esto la transformación del Conglomerado en Pueblo se inicia. Así, la Oscuridad es la Ideología, la Luz es la Topía, y el Destino se presenta en forma de Utopía. Detrás se encuentra aquella reunión de Demonios, y arriba la Imagen Divina. Nos hallamos, pues, ante la simple concepción del mundo que es el contenido del Núcleo Central. Lo que acontece es un instante imperceptible de la historia que tratamos, pero que merece una especial consideración. Hablamos del nacer del Hombre del Cado, y decimos que tal existe como resultado de la aventura sobre el álveo, cuya navegación, a su vez, es una huida del Movimiento Aleatorio y una negación del Azar, de modo que la Voluntad se recupera, aunque esta voluntad no es la originaria, aquella emanada del Pensamiento, sino la que surge del destino y, por lo tanto, del Pensar. Así es como El Hombre del Cado nace; la luz del sol y la luz de la luna condicionan su destino, más él no lo sabe, porque no sabe que existe el futuro, ya que su época más eterna es una inconstante repetición de movimientos conducidos por el Azar. De aquí que digamos que en el Quicio hay un pasado, Oscuridad, y un presente, Luz. Esta acción, considerar tal acción como un parto, nos sitúa en el Quicio, como espacio físico y temporal, donde tiene lugar el alumbramiento, es decir, se abren los ventanales de los ojos. Esta repentina apertura de lo interior a lo exterior, hemos dicho, produce ceguera, y esta secuela un puerperio, en cuyo contenido una fiebre nos explicita que hemos de considerar una convalecencia, cuyo origen es la ENFERMEDAD producida por la mutación del Núcleo Central en Núcleos Periféricos. El Núcleo Central, esencia del Hombre, se deshace ante la aparición del Primer Pensamiento Inventado y desaparece, definitivamente, con la ceguera que sobreviene ante la Luz. La Enfermedad que surge como un impacto, se desarrolla como una sucesión infinita de soluciones, de tal modo que será lo que ayude a vivir al Hombre. Comprende el Hombre que está vivo en la medida que se halla enfermo, siendo la MUERTE el fin de las enfermedades. Más, esta comprensión contiene en si misma el olvido.

Ahora bien, si al llegar al Quicio dispone el Hombre en el Cado de una concepción tópica e ideológica, añade a su concepción general un entendimiento utópico de su visión, de modo que ya es Hombre del Cado. La Enfermedad es la que genera esta última percepción de los contenidos de la realidad, ya que el estar enfermo implica la primera relación entre el hecho de hallarse, la posibilidad de origen y la conclusión del acontecimiento. De este modo los Núcleos Periféricos, tras superar e imponerse al Núcleo Central, adquieren la preponderancia del conocimiento y del entendimiento, señalando las variantes que, con el paso de la historia, serán dominantes y dominadas.    

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