sábado, 26 de mayo de 2018

04339-39.NOTAS PARA UN IMPOSIBLE MANIFIESTO ANARQUISTA: 02.Segunda Pre-Era: Del Quicio al Estado: Del Hombre en el Cado al Hombre del Cado

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                                       La Sustancia de Hombres cegados)


Es el momento histórico que permite la evolución del Hombre en el Cado en el Hombre del Cado. La singularidad del proceso reside en la Enfermedad como elemento que denota el cambio. Efectivamente es la ceguera producida por la Luz lo que impulsa al Pensar, ya que la Oscuridad como elemento del Cado es aducida por el Hombre desde el exterior, es decir, el contenido del Cado, hasta el interior del mismo Hombre, donde surte como Luz, en primer lugar como Imagen Divina, para de seguido imbuirse de la capacidad del Pensar a la luz del primigenio pensamiento inventado. La Enfermedad como capacidad del Pensar permite al Hombre desasirse de las paredes de la caverna, fijándose de tal modo en el Movimiento Controlado un inconsciente básico concepto de Libertad, que no debemos confundir con aquel acto del pensar como causa primera. Ahora bien, dejar de tentar las paredes del Cado significa navegar sobre el fluido del álveo, de modo que el Estado como instrumento de navegación se revela como el asidero más contundente al cual se afianza el Hombre del Cado en su traspasar el Quicio. Y es, además, el primero porque no hay otro. En medio de ese medio de luz blanca que torna en negro la conciencia del Hombre, el tanteo del espacio y del tiempo que, desde el Quicio, hace la Sustancia de Hombres, solo existe el Estado. Nadie sabe qué es el Estado, nadie lo conoce, y ni tan siquiera nadie advierte que es el eterno futuro que espera al Hombre mientras forme parte de un Pueblo. Pero lo cierto es que está ahí, sobre el álveo, camino del Quicio, como navío. Sabemos que allí lo puso el Hombre en el Cado, el cual ya hace uso del Estado, porque ya lo tiene inventado, pero es un uso rudimentario, un ejercicio de convencimiento, donde aquel que ha recibido el Mandato expone su experiencia, con lustre y bondad, obteniendo la consideración de los demás, pues la Autoridad es la virtud inherente al Hombre en el Cado.

      Es cierto que cuando el Hombre del Cado abandona el Cado, lo hace tras él el Conglomerado, que vivía, allí, a cencerros tapados, con la esperanza de la desesperanza oculta tras la luz más allá del Cado, tras la revelación de la Imagen Divina, en el Quicio allá en el Cado. Hemos comprendido como el primer acto del Hombre en el Cado, que oculta la Oscuridad tras el deslumbramiento, es la creación del Estado. Lo que es necesario por evidente, ya que es imprescindible que cuando el Conglomerado, tras el Hombre del Cado, abandone, definitivamente, la Oscuridad, deba de estar ya creado el Estado, de forma que al abrirse los ventanales de los ojos del Pueblo, éste vea, como primera cosa, al Estado ya creado, de modo que tal revelación se presente al Pueblo como incursa en el origen de la vida y materia dada por la Imagen Divina.

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