jueves, 8 de agosto de 2019

05284-541.EUROPA: 47.Italia: La Plaza de España en Roma

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I: CÓMODO EN LA ESCALINATA DE LA PLAZA DE ESPAÑA

     Cómodo Centón estuvo, hace muchos años, en Roma, una ciudad interminable que precisa de varios meses para ser, de verdad, vista, y aunque dijo que volvería, no lo ha hecho, tal vez porque el Mundo es mucho más que Roma.

     Cree Cómodo recordar que caminaba por la margen del Tiber y llegar al Puente de Cavour, seguir por Tomacelli y enlazar con Condotti, de modo que al término de dicha calle apareció una inmensa cantidad de gentes, más apretadas que juntas, que impedían ver exactamente dónde El Centón se encontraba. Lo primero que pensó Cómodo fue que en aquel lugar había una fiesta, tal vez una verbena popular celebrando a un santo, pero no, sin saberlo Cómodo había llegado a su destino, la Plaza de España.

     Miró Cómodo a lo alto, allí parecía existir un gran edificio, y en el transito desde la plaza al alto, vio a centenares de gentes inmóviles, como petrificadas sobre el asfalto, y entre ellas unos muros que ascendían desde lo bajo a lo alto. Miró a la derecha, el espacio se estrechaba hasta terminar, según marcaban los edificios, en punta, pero la punta no se veía pues la tanta gente que había lo impedía. Miró a la izquierda, y supo que la plaza se ensanchaba pues los edificios se separaban, más no lograba ver el final de la plaza de tantas gentes como había. Miró de nuevo hacía arriba y vio entre los que parecían estar sentados, gentes subiendo y bajando.

     Se decidió, y entre los grupos de gentes hablando, apenas unos metros descubrió una fuente de piedra, la de La Barcaza, que vio que era ovalada, con una barca semihundida y por proa y popa escupiendo agua. ¡Que cosa!

     Y con el cuerpo encogido tomó la decisión de subir la escalera hasta la iglesia de Trinidad de los Montes; no fue fácil. Había, casi a cada paso de cada peldaño, que pedir permiso a los que allí estaban sentados, haciendo... nada, sino mirando unos, otros durmiendo, comiendo y bebiendo algunos, otros apenas hablando, como sí a todos la vida, y su existencia, se les hubiese parado. Más poco a poco, con más paciencia que interés, tal vez arrepentido de haber iniciado la ascensión, fue cubriendo escalones hasta llegar a lo alto, donde respiró y se tapo los ojos, hasta que volviéndose del revés pudo ver a centenares de gentes sentadas y sin hacer algo.

     Desde aquel punto elevado hizo alguna que otra foto; la Escalinata de la Plaza de España no salía, ni salía el pequeño espacio que de la Plaza de España, se suponía, se veía, solo las testas sentadas sobre los culos de centenares de personas sentadas.

II: UNA FOTO DE LA ESCALINATA DE LA PLAZA DE ESPAÑA

      Hoy, años después, y por una foto ha podido ver Cómodo Centón la Escalinata de la Plaza de España, debajo la fuente, la iglesia arriba, y un obelisco que parece estar en la medianera del templo; sin gentes.

III: PROHIBIDO SENTARSE

     El Ayuntamiento de Roma prohibe sentarse en los monumentos romanos; Cómodo Centón jamás se ha sentado en un monumento. Pero hay gentes que no distinguen entre un monumento y el váter de su casa, de ahí que encuentren como "algo guay" sentarse en un monumento como es natural sentarse en el inodoro de casa.


Las escaleras más limpias de Roma están en la plaza de España

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