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Hace unos días Cómodo Centón en su coche iba, que a la derecha de la carretera vio levantado un precioso castillo con altas y bellas torres, caminando sobre uno de los adarves una hermosa mujer. Todo el conjunto fuera de la carretera llamó la atención del Centón que, ha de ser reconocido, se despistó un poco de la conducción. Más allá, en la misma carretera, un hombre de recia estampa caminaba de un grupo de animales seguido, lo que llamó la atención de Cómodo Centón que, ha de ser reconocido, se despistó un poco de la conducción. Siguió Cómodo Centón al mando de su vehículo que sobre la carretera un accidente había tenido lugar, llamando la atención de Cómodo Centón la ambulancia, la grua y el coche de polícia que, ha de ser reconocido, se despistó un poco de la conducción.
Siguió Cómodo Centón, las manos sobre el volante del vehículo, que una patrulla de la policía el alto le dio, pidiéndole la documentación.
- ¿Pasa algo? -preguntó Cómodo Centón-
- Conducía usted despistado
- ¿Como ha dicho?
- Conducía usted despistado
Pues..., ¿cómo lo sabía?
- ¿Yo, despistado?
- Si usted; en vez de mirar al frente y mirar al retrovisor, miró usted al castillo, luego al ganado y posteriormente miró el accidente. Conduce usted despistado.
El ruido de un avión viajando por el cielo llegó hasta ellos; el Policía miró al cielo y vio el avión, lo que produjo que se equivocase en un número, que borró, en la sanción.
- Aquí tiene...
- ¿Qué es esto?
- La sanción -dijo el Policía- Por viajar despistado
- ¡Ah!
- Conducir despistado provoca muchos accidentes
- ¿Y a usted, agente, quién le sanciona por trabajar despistado?
El Policía sonrió.
- Circule, por favor...
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