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-I-
BRAULIO MONTOYA, delegado de INSTITUTO DE ESTUDIOS CATALANES en ALICANTE y representante en Alicante de la CAVERNA NACIONALISTA CATALANA dice que "todo empieza por un odio externo" que relaciona con la Guerra de Sucesión que tuvo lugar en España allá por 1700, en una batalla que los catalanes perdieron en Almansa, cuando el ODIO nace en Cataluña y se extiende por toda España.
BRAULIO es latín, significa "toro", es posible que sea germánico, significa "espada de fuego. Lo que no sabemos es qué es BRAULI; podemos entender que "brauli" es el "braulio" al que se la caído, por el camino, la "o"; en este caso que nos ocupa, camino del "Imperio Catalán". En cuanto a MONTOYA es vasco de Alava, y de aquí pasó a Castilla y Andalucía; entendemos que en ese camino vino a torcer a la izquierda y llego a Valencia, terreno que confundió con Cataluña. Aunque también sabemos que es de origen judeo-sefardí, que significa "monte de Yaveh" y que los de la Santa Inquisición codificaron mientras los convertían... al catolicismo
Luego Braulio Montoya fue desplazado por el "imperialismo catalán" a la ciudad de Alicante, con el objeto de imponer una lengua extraña que nadie sabe si es catalán, valenciano o mallorquín. Pero ésto es lo que tiene el nacionalismo lingüístico y la ceguera intelectual.
Y es profesor de la Universidad de Alicante..., ¡lástima!
-II-
Dice el Profesor Montoya que "los padres quieren saber si una lengua les servirá a sus hijos en el futuro", e ignora el Profesor Montoya que el catalán, que él llama valenciano, no sirve para el futuro, salvo que el "parlante" quiera encontrar un puesto de trabajo en la administración pública, como es el caso del Profesor Montoya. Como lo de la administración pública va mal, no hay dinero, y los puestos de trabajo que se tenía que cubrir, con la inmersión, han tocado techo, siente el Profesor Montoya peligrar su puesto de trabajo..., de ahí que se embarque en un viaje a la Guerra de Sucesión para argumentar una realidad que no quiere ver, que el catalán, que él llama valenciano, carece de interés para la "gente normal".
La realidad es que después de gastar sumas ingentes de euros en ese catalán, que el Profesor Montoya llama valenciano, el catalán se viene mostrando como lo que es, una lengua sin futuro. Es una cuestión de tiempo, de tiempo, de tiempo..., salvo que como dice el técnico de la Cívica Escuela Valenciana, ISMAEL VICEDO, éste si que es valenciano y no catalán, pero su puesto de trabajo también pende de... "si el poder te habla en un idioma, tú harás lo mismo", de modo que, podemos entender, si el poder no te lo impone a semejanza de la Santa Inquisición, sera la REVERNACULARIZACIÓN o reversión del desplazamiento lingüístico quien lo imponga por la fuerza del poder sustentado en el rancio odio histórico.
Las argumentaciones sobre la interrupción lingüística en el ámbito familiar, DIGLOSIA y AUTOODIO, esto es, PRESTIGIO y ODIO, son los soportes intelectuales de los dos citados anteriormente, cuando la realidad es otra y se llama inglés y español, los dos idiomas con los que se puede dar la vuelta al mundo. Eso sí, dice el Profesor Montoya, que "ahora mismo hay más conocimiento del valenciano pero no es gente usuaria..." como argumentario para que no supriman la lengua catalana de la Universidad de Alicante, que es lo que a Braulio Montoya y a Ismael Vicedo les da de comer. Ésto, comer, es la realidad.
-III-
En cuanto al éxito, más o menos, de la INMERSIÓN LINGÜÍSTICA en Canadá, Irlanda y la región española de Cataluña, junto con el hebreo, se lo han debido de copiar de un tal JOSHUA A. FISHMAN en su Reversing Language Shift, quién habla del éxito, más o menos, de la inmersión en Cataluña, aclarando que "solo la mitad de la población adulta de Cataluña habla cotidianamente el catalán, porcentaje que se reduce en el cinturón industrial de Barcelona"... y eso que, siguiendo las enseñanzas de Franco, el NACIONALISMO CATALÁN ha prohibido los topónimios y nombres en español, señalizaciones de calles en español, anuncios de negocios en español y estudiar en español, sino que cualquier desobediencia respecto de la declaración de españolidad es penable y penada con multas, incidiendo en el hecho de que aquel que no sepa catalán se le discrimina como funcionario catalán.
Digamoslo con claridad, los catalanes de hoy son los franquistas de ayer.
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