DOCUMENTO POSTERIOR: 01391
ACTO 2 – ESCENA 3º
Entra Reginaldo con la maleta
REGINALDO
Listo
(dice con indiferencia)
IRENE
(se vuelve)
Poco
tenías...
(señala la maleta)
REGINALDO
Por algo
sería,
que aunque no
sepamos
sucede en
ocasiones que no sabiendo
por qué no
avanzamos
lo
descubrimos
al detenernos
el obstáculo
que no
veíamos,
ese que se
encuentra en el camino,
ese que nos
impedía el paso.
(pausa)
Comprendo que
prefieras a tu hijo
IRENE
Solo existen
los obstáculos que ponemos,
los que
inventamos
cuando la
realidad
no coincide
con nuestros anhelos.
Te lo ruego,
no me
obligues a renunciar a mi pasado.
Amancio me
dio la vida,
la misma que
quedo dormida
cuando
Amancio
convirtió su
cuerpo en un muerto.
Hasta que tú
llegaste
con el viento
frío del invierno,
envuelto en
un cálido aire de verano,
abriéndose
entonces mis ojos,
mis labios,
y mis brazos.
REGINALDO
(coge la maleta)
¡Basta de
excusas!
IRENE
Me tienes que
oír
(Reginaldo deja la maleta)
Desde la
muerte de Amancio,
ese divino
amor, era mi cuerpo
una masa
inerte de carne y hueso,
una estructura
sin vida que deambulaba
por las salas
de conciertos,
unida a ese
instrumento
(en el escenario hay un vilonchello)
Fueron
tiempos de soledades,
de sueños
inmateriales
y de
inaccesible felicidad.
Después...,
todo se
presumía tan cercano
tras aquel
beso de Fila,
que por su
proximidad
misma se hizo
tan lejano,
tan distante
y tan apretado,
que llegó un
momento en el cual
no cabían más
desdichas
inexistentes...;
Fila me había
olvidado.
Después del
beso de aquella noche
el silencio,
un castigo no
declarado
me invadía y
prometía más desdenes
alumbrando mí
camino
de
incertidumbres. Sin embargo,
un día las
paredes de esta casa
se fueron
cubriendo con arambeles,
el color se
hizo dueño
de los haces
del sol
penetrando en
las habitaciones,
el olor de la
tierra parecía
menos amargo,
crecían como
nunca
los árboles y
fueron las flores
brotando en
tales cantidades
que parecía
la naturaleza
confundida
con su propia obra.
¡Cuanta
esperanza
Reginaldo
plantaste en
mi existencia!
¡Cuanta
luz...!;
Tus palabras
traían
las palabras
de Fila,
sus
pensamientos venían,
contigo,
a mis
sentidos, y yo sabía,
sin que tú me
lo dijeses,
que mi hijo vivía
la existencia
mas grata de
su vida.
(pausa)
Has sido para
mí el portador
de mis
alegrías. ¿Te vas?
REGINALDO
(ha cogido la maleta)
Si has
terminado...
IRENE
¿Qué puedo
hacer para retenerte?
REGINALDO
Amarme
Pausa; se miran
Suena el violonchelo
Sale Reginaldo
ACTO 2 - ESCENA 4
Suena el violonchelo
tiempo suficiente
para dar sensación de tiempo.
IRENE
¡Inexorable!.
Reginaldo se
ha mostrado inexorable.
¿Por qué?.
Su estolidez
ha mostrado
su cara de dragón.
¿Qué buscaba
en mí
sino
atraparme y
condenarme en sus brazos?.
Pobre
iluso...
(pausa)
¡Vete pues
Reginaldo!
Vete por ese
camino vacío
que es tu
sendero,
huye por el
cerro dominante del veneno,
bebe
y muere lejos
de mis pechos
(pausa)
(suena el violonchelo)
Mi pobre
Amancio...
¿Por qué
te dejaste
vencer
por el odio
que sentías por ti mismo?
Mi pobre
Amancio,
no supiste
vivir con tus negaciones
Y
caíste a la
corriente,
donde el
fluido infernal de la vida
te llevo
entre plácidos
arrastres y terribles
convulsiones.
Mi pobre
Amancio,
No quisiste
tomar de mi mano,
la que te
ofrecía desde el margen,
tierra firme
de la rivera,
la savia que
entraría en tus venas,
renovaría tus
pasiones y te elevaría
por encima de
la existencia
que tanto
padecer te infringía.
Mi pobre
Amancio,
¡Qué te
hiciste a ti mismo?,
aquí me
dejaste,
prendida a
una vida
sin
vehemencia alguna,
en esta casa
donde
se
compartieron nuestros pecados,
negándome a
mi misma
el regalo de
un nuevo amor.
Sin embargo
no es esto lo
que debe entretener
mis
pensamiento,
pues Fila
viene, y viene a verme.
Sale Irene
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