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I: AQUELLOS SERENOS
En verano era fácil hacerlo... poco rato después de que Cómodo Centón fuese refugiado por sus padres en la alcoba para dormir, y advertido El Centón que sus padres ya dormían, se levantaba a tientas de la cama y camina sigiloso hasta el balcón de su dormitorio. Tendido en el suelo como un soldado que acecha, fusil en mano, al enemigo, tres palmas daba Cómodo y... esperaba al tiempo que su respiración se incrementaba. Sí la espera se alargaba, repetía las palmas.
Al cabo de unos minutos aparecía EL SERENO; aquí la respiración de Cómodo se contenía, pues respirar significaba delatarse, aunque era difícil que fuera descubierto ya que el balcón del Centón se situaba en una segunda planta. El SERENO buscaba al llamador mientras caminaba y se detenía indagando con su mirada..., una noche Cómodo despertó de un sueño al sentir las manos de El Sereno apretando su cuello; agazapado se asomó y vio a un hombre hablando con El Sereno, mientras éste le abría la puerta y recibía de aquel unas monedas. Entonces Cómodo lo comprendió; aquel hombre, El Sereno, merecía un respeto.
II: ESTOS SERENOS
Se ha enterado El Centón que hace quince años la ciudad de GIJÓN recuperó la figura de El Sereno, y que ayuntamientos de Galicia, de Murcia y del País Vasco han copiado la idea de recuperación de tal figura. Y que al día de hoy el 70% del capital proviene de empresas y comercios que financian la idea. El trabajo es vigilar la calle, que los comercios y casas tengan sus puertas cerradas, asistir y ayudar a los vecinos que lo necesiten...
A Cómodo Centón la idea le gusta, pero mejor sería que el concepto de sereno fuese una pareja y no uno solo; y Cómodo Centón no tendría problema alguno en pagar un impuesto por éste tan necesario servicio nocturno.
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