lunes, 4 de junio de 2018

04359-40.NOTAS PARA UN IMPOSIBLE MANIFIESTO ANARQUISTA:la Sustancia de Hombres cegados

DOCUMENTO ANTERIOR
04339 (26.05.2018 - 02.Segunda Pre-Era: Del Quicio al Estado
                                       Del Hombre en el Cado al Hombre del Cado)

DOCUMENTO POSTERIOR
04372 (08.06.2018 - 04.Segunda Pre-Era: Del Quicio al Estado
                                       El Estado es una idea convertida en un instrumento)


       Tras el Hombre del Cado marcha la Sustancia de Hombres cegados. ¿Hacía dónde? No lo dijo la Imagen Divina; ella dijo abandonar el Cado, yendo hacía el Quicio abandonar el Cado. Lo que hace el Hombre del Cado. Sin embargo, este hacer que surge con la incorporación del Hombre, que deja de tentar las paredes del Cado, al Estado, no se muestra como una unidad de comportamiento dentro del navío que fluye por el álveo. Pero la apariencia del acto da por cierto que marcha el Conglomerado por un páramo de aguas haciéndose estragos. La marcha, no obstante, de la que tratamos, implica dar un paso como elemento físico, que se realiza desde la misma linde del Quicio hacía el despropósito de un futuro, porque lo que en ese momento acontece en la vida del Conglomerado no es su configuración como tal sino su transito hacía su futura existencia como Pueblo. El paso dado desde el Quicio significa, pues, un detenerse para diluirse en la masa de luz que ciega al Conglomerado. Esta situación se advierte por el Hombre del Cado; la DISPERSIÓN, caminar errático, de los hombres por este nuevo espacio-tiempo, se le parece al Hombre del Cado, al verlos erráticos, yendo en direcciones y sentidos deformados, tropezando los unos con los otros como un retorno, de nuevo, al mundo de la Oscuridad. Es el Azar, de nuevo, imponiendo su imperio de Movimientos Aleatorios, de los cuales viene escapando el Hombre, de modo que unos tiran para el norte, otros para el sur; naufragan y perecen en el espantoso vacío de la nada: es el Caos, y es el instante de retomar por afianzamiento el  Movimiento Controlado, consintiendo que el inconsciente del Algo y de la Cosa comprenda que la Libertad lo es si forma parte del Movimiento Controlado, de modo que lo otro es mero libertinaje.  

Ahora bien, la Libertad es imposible dentro del Movimiento Controlado, sin duda por su propia esencia de dirigir y dominar, de aquí que lo que expresa el Hombre como libertad, tanto en su actitud como en su aptitud, es, en realidad, Libertinaje. De este modo ha de hacerse comprensible que la LIBERTAD es pura en el Núcleo al ser Pensamiento, que deviene en simple Libertad cuando nos referimos al Núcleo Central, y que llamamos Libertinaje cuando intervienen los Núcleos Periféricos. Es decir, cualquier comportamiento humano, por exceso y por  defecto, es un acto de Libertinaje, concepto que permite al Hombre considerar que sus actos son el resultado de su Libertad dentro del Movimiento Controlado por el Estado, y que por lo mismo la Responsabilidad es posible en el Desorden aunque la Voluntad no exista. Ante tal panorama, CAOS es la comprensión intelectual del desorden; lo contrario de anarquía. Por el Caos reconoce el Hombre que existe una figuración del Orden; esto es, el Orden no existe, es una pretensión del Hombre que viene recogida y reconocida por la comprensión intelectual del desorden. La primera apreciación que el Hombre del Cado tiene del Caos, radica en la visión a la que se ve sometido una vez ha dado el primer paso más allá del Quicio y se enfrenta a la dispersión de los hombres que forman parte del Conglomerado. Es razonable pensar que todo el esfuerzo aplicado, es decir, liberarse del Movimiento Aleatorio, contemplar a la Imagen Divina, recorrer el álveo y derivar en el Quicio, no es de recibo admitirlo como una simple dispersión del conjunto que es la Sustancia de Hombres. Esta segunda desagregación implica, en relación con la que ya tuvo lugar y fue reconducida por la autoridad del Hombre del Cado, una separación aparentemente consciente de los hombres y una rotura del contenido del instrumento que es el Estado; la disgregación produce espanto y sensación de fracaso al Hombre del Cado. De modo que eleva su conciencia allá donde la respuesta está esperando, que está en un pensamiento, como todos, inventado. Requiere la presencia de aquel sueño, de aquel sueño que soñó estando en el Cado, y como todo es posible, de nuevo la Imagen Divina resplandece, emitiendo un ansiado Segundo Mandato: creado el Estado, hay que gobernarlo. Para tal fin ha, el Hombre del Cado, de hacerse con el uso del Estado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario