miércoles, 23 de enero de 2019

04909-80.IMPOSIBLES: La soledad y la Compañía

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    La SOLEDAD se adquiere, por diversos motivos se adquiere, salvo uno; la COMPAÑÍA se pierde por un solo motivo y se adquiere por diversos motivos.

    La COMPAÑÍA es un adquisición trabajo que se ejerce a lo largo de la vida; requiere de esfuerzo, de cesiones, de dejar de ser "uno" para ser "otro", de ocuparse y de ser ocupado, de interferir y de ser interferido, de comprender que la Libertad es una realidad que nunca llegará. Estamos ante un proceso social donde el grupo se impone al individuo, donde los sentimientos de "uno" son arrastrados por los sentimientos de "otro", donde "uno" deja de ser "uno mismo" y se "transforma en otro", de forma que lo que parece ser importante para "uno" carece de importancia para "otro". No se trata de "dejar de ser", sino de una mutabilidad que se expresa como "siendo otro", de modo que la vida del "otro" supera a la existencia de "uno". Sin embargo, la Compañía se pierde; no se pierde por "el uno", sino que se pierde porque la Vida se cierne sobre "uno" como "el otro", y se pierde porque la Vida "castiga a uno". Ese castigo es la muerte "del otro", pues la Vida no contempla el esfuerzo "de uno" como un premio, sino que juega con el premio y aplica el castigo mediante el instrumento que es "el otro". La Muerte no es solo física, puede serlo "espacial" y evidenciarse como "abandono", de manera que todo el esfuerzo "de uno" se presenta como "inútil", como una acción incomprendida por "el otro", lo que lleva a la Soledad Impuesta.

    La SOLEDAD se adquiere mediante el esfuerzo de "uno", se trata de una dejación de funciones, de un evitar problemas, de un marchar "solo" por la Vida, como si la Vida careciese de existencia, y fuese la Existencia solo vida. La Soledad, cuando se adquiere, antepone al "uno" sobre el "otro", haciéndolo por comodidad, para "sí mismo", por egoísmo personal, en la idea de que los años no pasan y, por lo mismo, no se envejece, hasta que llega la realidad, que "uno" está solo y que en el fondo "al otro" no le importa. Entonces llegan, en "el uno", los rasgados de vestiduras, los llantos de cocodrilo abandonado, la realidad del aislamiento, de modo que la vida pasada, alegre y fácil, se convierte en la desdicha, oscura y maldita, del presente.

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