http://heroedeherpetol.blogspot.com.es/2010/03/1la-semana-santa.html
http://heroedeherpetol.blogspot.com.es/2010/03/2-la-semana-santa.html
DOCUMENTO POSTERIOR: 01400
Y siguieron caminando por la acera. La vesta, la
capa y el cíngulo negros. Blancos los cirios, que daban luz a la noche y a la
maltratada fe. Un niño extendía la mano abierta, ofreciendo la palma de la
misma al cielo, para que el hermano la dulcificara con un caramelo. El color de
la tarde-noche era el ámbar de los destellos de aquellas miradas. Aglaya miró a
la mujer que no comprendía esa inaudita costumbre de dar caramelos en las
procesiones de Semana Santa. Mientras los penitentes transitaban desde el
infierno al cielo. Habían sambenitado, y de tal circunstancia la mala nota que
habían sembrado se les volvía contra ellos titulándoles de cofrades. Ni fía ni
porfía, ni entres en cofradía, que son juntas de ladrones y rufianes tales
muchedumbres de gentes. Otros, mas avanzados, llamabanse Hermanos, que así lo
eran en la penitencia como antes lo habían sido en la infamia. No obstante
todos, cofrades o hermanos, ocultaban sus pecados tras los capirotes,
repartiendo entre los católicos, aquellos que miraban, golosinas como acto de
dulcificar sus imborrables pecados. Nadie habla jamás con un cofrade, ningún
católico ha de mostrar trato alguno con ellos, pues están poseídos por el demonio,
y por lo mismo han de ocultarse a ellos determinadas partes de la misa,
debiendo para tales ocasiones abandonar los templos, estando ante sus puertas,
donde en las noches de Semana Santa se detenían para mostrar sus expiaciones
públicamente mientras la imaginaría penetraba en el templo.
Con sus
manos Crimen, acaso con escorrozo, retiró de su cabeza el capirote de color granate y con las mismas manos que apiolaba dejó la capa granate caer sobre la
colcha que cubría la cama, y se sento a mirarse la cara en el espejo. ¿Qué
pretendía con aquellas penitencias? preguntó el del espejo. Crimen no
comprendía la pregunta, sentía miedo de aquel que le mostraba su cara en el
espejo. Los espejos no son buenos, dictó Crimen a su escasa conciencia. En una
ocasión le dieron dos folios; en uno de ellos debería de escribir las buenas
cosas que había hecho en esa su vida, en el otro las malas. Llenó el folio de
las cosas malas, pidió otro folio y lo llenó, y pidió un tercero y casi lo
llenó. Luego tomó el folio de las cosas buenas y recortó del mismo un pequeño
trozo, suficientemente grande como para escribir: "morir", de este
modo también parecía llenar un folio con las cosas buenas. Esto recordaba
Crimen mientras se miraba al espejo y allí veía al otro. Después se desvistió
de la vesta negra, de los negros calcetines y de los zapatos que también eran
negros. El hombre pálido y flaco, maliciento y de lastimoso aspecto, lleno de
heridas y contusiones, que Pílatos presentara al pueblo como maltratado por los
judíos al decir de los cristianos, al que Crimen había custodiado con un cirio
en la mano, era solo el recuerdo infernal de una eterna penitencia. "Me
siento bien. Ser bueno, reconforta. Un efugio de vez en cuando ánima a seguir
perteneciendo al mundo de los vivos", leiase en la pagina sesenta.
"¡Que brutos!. ¡Afirman que el mundo de los muertos existe!. Yo tengo
relaciones con los muertos y puedo asegurar que el mundo de los muertos no
existe" leíase en la página sesenta y uno, y seguía líneas abajo "lo
que pasa es que la egolatría es transportada por el
oxigeno". Y hoy, en la página veinticuatro, escribía "no me siento
feliz. La tortura de saberme vivo me inclina a desear los peores males para con
los demás. Me siento perdido ante tanta ausencia de legalidad personal. Somos
capaces de soportar no ver el suelo cuando caminamos porque nuestra barriga nos
lo impide, y somos capaces de susurrar al oído de la vida que la miseria es
parte de la esencia de la vida. ¡Que mas
da!". Y seguía en la misma página ensalzando a su admirado Diego,
de quien se decía que mas quería ser el primero en cualquier grosería, que un
segundo en la mayor delicadeza. Ser el primero, he aquí el objetivo, el fin, la
esencia. Crimen abrió los ojos: que cierto era, ¡el primer hombre que murió
inventó la muerte!. ¿Qué valor tiene morir después de morir el primero?. El
valor del primer hombre que murió es inconmensurable. Estaba vivo, inventó la
muerte y llegó solo a un espacio donde ni tan siquiera el espacio estaba, de
modo que tuvo que crear, tras crear la muerte, el espacio que debía de contener
el mundo de los muertos. ¡He ahí la esencia: crear el mundo de los muertos y
hacer creernos que existe cuando estamos vivos. Todo es confusión; en el fondo
oscuro, alrededor de las tinieblas, un rayo de luz ilumina un río caudaloso,
cuyo origen y destino son desconocidos. Sobre sus aguas un barco ha deglutido a
un joven reidor, desapareciendo `después, de dientes brillantes y cuerpo
gordonzuelo, que sostiene en su mano derecha un racimo de uvas, las cuales nos
esta ofreciendo en actitud bondadosa, mientras prieta sostiene la mano
izquierda un cuchillo de vendimiador. ¡Acércate!. Será lo último que hagas en
esta vida. ¡Acércate!"
Y escribió
en su cuaderno: "cuando
un hombre muere, ¿sabe que ha muerto?"
No hay comentarios:
Publicar un comentario