martes, 10 de noviembre de 2015

02583-49.EL VIAJERO MADURO:01.Riópar: Nacimiento Río Mundo (Albacete): Como una romería

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02557 (25.10.2015 - 04.Alcoy: Barranco del Cing o Benissaidó -Alicante)

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02586 (13.11.2015 - 01.Letur -Albacete)
02592 (16.11.2015 - 02.Riópar Viejo - Albacete)

   
       Visitar el NACIMIENTO DEL RÍO MUNDO es compartir una senda con docenas de viajeros de todas las edades; en ocasiones, las más de las veces, hay que pedir permiso para pasar o bien ceder el paso, de modo que la relación del Viajero con el entorno se vuelve, del todo, un imposible, de manera que más que un caminar por el campo parece una romería o peregrinación.

     El MUNDO es un río que significa "limpio", como lo contrario de "inmundo", que nace en el kárstico o Calar del Mundo y de la Sima, como un rebosadero del acuífero que allí se forma, liberando más o menos en virtud  de la cantidad de agua de lluvia que lo alimenta.

    Se accede normalmente desde Riópar, y también desde Villaverde de Guadalima, en ambos casos tomando la carretera CM-3204 que las une, donde encontraremos, más o menos, en su mitad, el indicativo que lleva al Viajero al aparcamiento de vehículos, situado a 1.000 metros sobre el Ayuntamiento de Alicante, donde podrá dejar su coche, y desde donde ya es posible divisar los cantalares a los que se dirige.

   La senda nace amplia y llana, espaciosa en su derrota y rodeada de un bosque que solo es la continuación del que venimos disfrutando; pinos de meritoria altura, delgados en sus troncos y que se muestran florecidos en su tercio superior han de acompañar al Viajero Maduro en su tránsito por esta parte de la Tierra. Huele a matorral húmedo y sotobosque abundante en los primeros doscientos metros de caminar, mientras se besan las copas de los pinos y se engrandece la pared calcárea que vamos divisando al fondo y mientras mantenemos una orientación aproximada sur-norte. La senda, ya reducida a algo más de metro y medio, se amplía en ocasiones y se confunde con el bosque; se oye el murmullo del agua del río a nuestra izquierda, corren algunos niños perseguidos por las miradas de sus padres, y el cruce inevitable con pequeños grupos humanos se presenta como una realidad que dificulta la contemplación sosegada del entorno.

    Gira la orientación norte-oeste mientras el suelo cobra un color espeso a monte, humedad y un aire entrecortado que se desliza por entre los pinos, hasta que la senda inicia su pendiente para alcanzar los 1020 metros sobre Alicante, mientras muda a escalones en pìedra más o menos tallados y dispuestos sobre el suelo, entre carrascas que se suman al recorrido. La distancia en línea recta hasta nuestro objetivo es de unos 100 metros, pero la diferencia de nivel a salvar se sitúa en torno a los 150 metros; en esto radica el esfuerzo.

    Aumenta el ruido del agua en su oculto, a ojos del Viajero Maduro, caminar sobre el lecho del río. Llegamos al PRIMER MIRADOR, que es una pasarela, de apenas cincuenta centímetros de ancha, que cruza el cauce hasta la pared blanca; estamos debajo de los cantalares, paredes que se yerguen sobre el Viajero Maduro unos 150 metros. El líquido bajo nosotros porta cierta velocidad, se retuerce entre las rocas y crea formas entre espumas. Levanta la vista el Viajero Maduro y ya tiene ante sí una doble cascada que en su parte superior llena una balsa, para precipitarse sobre el lecho del río.

    Hay que seguir subiendo escalón tras escalón en busca de un SEGUNDO MIRADOR, unos veinte metros en altura, que nos amplia la visión de la Cascada Inferior en toda su plenitud; de nuevo estamos en una pasarela, de apenas cincuenta centímetros de ancha, que cruza el cauce hasta la pared blanca, desde ya contemplamos los farallones compactos que entran en contacto, en su base, con el agua y que son el resultado de ésta. Pero seguimos sin visionar el destino final.

    Regresamos sobre nuestros pasos unos metros; la senda es fácil de peregrinar, sube mientras zigzaguea sobre tierra sin obstáculos hasta alcanzan los 1.100 metros de nivel en el cruce que larga un camino hasta el aparcamiento y que dista a 700 metros, y sigue subiendo con evidente pendiente al limite de las paredes que ahora están a la derecha del Viajero Maduro, y que son parte de LAS PEDORRILLAS.

    En apenas 50 metros en línea recta, se alcanzan cien metros de desnivel; ronda el Viajero Maduro los 1.200 de altura y ya puede ver el espectacular conjunto de las paredes calizas extendidas como en un circo cerrado de unos 200 metros de diámetro, desde cuyo centro evacúa la montaña un chorro de agua que sale de las profundidades de la CUEVA DE LOS CHORROS, en una caída de unos 80 metros, dibujando las blancas paredes de piedra largas manchas de negro y rojo, sobre una poza que es la cabecera de unas sucesivas calderas que recogen y expulsan por rebosamiento el líquido, conforme hemos ido percibiendo a lo largo de la subida que,desde el punto donde dejamos el coche, apenas ha supuesto una largura de 800 metros. 

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