miércoles, 11 de noviembre de 2015

02584-13.EL FIN DE LA HISTORIA: Locos y Cuerdos

DOCUMENTO ANTERIOR
01767 (26.02.2014 - Del nacimiento de Cómodo)

DOCUMENTO POSTERIOR
02710 (29.01.2016 - La maldita creencia)


       Miró Cómodo al enemigo del hombre.

El Viejo Loco no era un loco sino que se limitaba a decir las verdades de su vida. Más, ¡cómo pretender que no esta loco quien se limita a decir las verdades de su vida?. Debemos admitirlo, el Viejo Loco está rematadamente loco y lo está por un exceso de cordura. Nació cuerdo, solo un cuerdo se atreve a nacer; el loco prefiere morir antes de nacer. Y todo cuerdo, ante todo, se teme a si mismo, y en este temor excede los límites de la cordura para, pareciendo loco, poder expresar libremente las verdades de su vida. Y es entonces que lejos de sufrir olvido es el Loco eternamente recordado y perdurable son sus palabras y cuanto hizo y aún cuanto pudo hacer, mientras el cuerdo, ese que bien vive y mejor muere, el cuerdo es el sustento de un loco. En el Sistema de Inflexión, pues, se define una situación bien peculiar. Se trata de elegir entre dos situaciones ya expuestas, locura o cordura, pero, como vemos, la elección se hace desde la posición de la cordura, pero, como vemos, la elección se hace desde la posición de la cordura. Esto es, se tratará en realidad de confirmar la actual situación de cuerdo o por el contrario de negarla con lo cual se estará afirmando la situación de loco. Esto explica mejor como el Hombre responde siempre según un código binario que por fin se institucionaliza y es sometido a la norma jurídica. Pero hemos añadido una nueva característica en la relación cuerdo-loco, es decir, la dependencia que el loco tiene respeto del cuerdo, ya que si el loco se nos presenta como el hombre capaz de trastocar los fundamentos de la existencia ha de ser el cuerdo quien ejecute la magna y fundamental obra de trasformarlos. Esto es, mientras el loco pisa sobre un círculo, el cuerdo se mueve en una elipse. Parece, en atención a lo dicho, que el Viejo Loco sea aquel que está destinado a entrar en La Historia y a permanecer por encima de los siglos a vuelo rasante sobre las testas de los cuerdos. Decimos: el gobierno en el Sistema de Inflexión está en manos de los cuerdos. Estos son quienes deben, siguiendo la tradicional costumbre, determinar la legislación que ha de ser la norma de aplicación para el reparto de los premios y de los castigos. En este aspecto, gobierno, el Sistema de Inflexión no introduce ninguna novedad sobre los viejos sistemas en las Civilizaciones, más aun se podría afirmar que los depura con extremada limpieza y los ejerce en sus últimas consecuencias. El Cuerdo, pues, se nos presenta como aquel que ejerce el gobierno, esto es, el mando, y ordena, mediante las leyes, que tal mando se ejecute. Actúa el Cuerdo porque manda, origen de la ley, que al nacer todos los hombres son iguales ante la ley, en la actividad económica, actuación social y política, y ofrece al Hombre la posibilidad de designarse así mismo. Mas recordemos no permite el desarrollo de las consecuencias de la decisión del Hombre, de modo que en un sistema donde unos, cuerdos, aceptan las limitaciones al desarrollo de sus decisiones, no han de permitir que quienes, locos, aspiran a exponer las verdades de su vida anden sueltos y descarriados, y maldesventurando a otros, jóvenes, que han de procurar por sus vidas ciertas. Es pues comprensible que el que manda, un cuerdo, deje libres a los cuerdos, ya que no desarrollan consecuencias, y encierre a los otros, locos, que si desarrollan las consecuencias de sus decisiones. Sin embargo, dentro del Sistema de Inflexión existe un suceso histórico, verdadero paradigma interno, que modificó de tal modo la vida, que bien podemos en la actualidad referirnos a dos etapas dentro del Sistema de Inflexión: antes y después de Albahaca.

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