viernes, 30 de septiembre de 2016

03164-57.EL VIAJERO MADURO: 04.Valencia: 02.Barrio de La Seo: Almonia, Almudin y otros

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03161 (29.09.2016 - 03.Valencia: 01.Barrio de La Seo: De la calle del Muro a La Basílica)

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03171 (02.10.2016 - 05.Valencia: )03.Barrio de La Seo: Hacia la catedral)


   El Viajero Maduro ha abandonado el templo de la Virgen de los Desamparados por la puerta de la calle de La Leña; mira al cielo, el sol alumbra mientras llegan sueltas nubes viajeras. Le acompaña el sepulcral silencio del templo que ha visitado, sabe a asfalto el terreno; una balsa trata de aliviar el tiempo. Valencia sabe a ausencia de voces, no hay noticias sobre el solar, como si los asunto del mundo aquí fueran extranjeros, y en todo el contorno del dominio, los pocos que hay, escucharan sin hacer ruidos, el paso inexacto del tiempo. Da unos pasos el Viajero Maduro, vira su vista a la derecha, y ve en lo alto, camino del firmamento, el cimborrio intemporal de la catedral, la girola, el arco de medio punto, sosteniendo el pasadizo, que une Santa María con la Virgen de los Desamparados, y más allá, a la izquierda, el palacio del arzobispo.

     La PLAZA DE LA ALMOINA o de LA LIMOSNA es la Valencia primigenia, donde durmieron los primeros romanos valencianos, y donde se vendió fruta (Plaza de la Fruta) y leña (Plaza de la Leña), y donde el arzobispo elevó un edificio limosnero; más, es un lugar frío, un espacio público donde predomina el cemento y la pared de un edificio gris y distante, insulso y seco, ligeramente encristalado y que recibe el nombre de LA ALMOINA, que fue dependencia para el auxilio de pobres, sobre una superficie de unos 2.500 metros cuadrados resultado del derribo de antiguas y viejas casas. Actualmente su interés reside en el subsuelo, donde nos encontraremos con la ciudad romana y árabe, tras unos trabajos arqueológicos realizados entre 1985 y 2005, que dejaron al descubierto el foro romano, termas, hórreos, baptisterio, alcázar, necrópolis, curia, basílica, y otros restos donde cabe distinguir el punto de cruce de la vía cardo con la vía decumanus, lo que muestra Al Viajero Maduro encontrarse en el punto exacto del nacimiento de la ciudad de Valencia. El nivel de conservación de la citada excavación es excelente, el trayecto de tránsito se hace por antiguas calles, sobre una pasarela, en una gran parte con suelo transparente, bajo una iluminación bien planificada, temperatura adecuada, y una unidad didáctica de un valor superior y ejemplar que, de manera clara y precisa, ayuda a comprender, mediante visualización, el entramado urbanístico de calles y edificios.

   Una vez fuera de la Almoina, al norte puede el Viajero Maduro observar el PALACIO DEL MÁRQUES DE  COLOMINA, de mediados del siglo XIX, exento y cuadrado algo irregular, de tres alturas, donde alternan ventanas con balcones en la trama media, portando zócalo en la base de sillares, y una puerta centrada. Fue colegio de niñas y residencia de religiosas. Tiene por vecino, calle en medio, EL ALMUDIN, centro de contratación y almacenaje de trigo, y que puede, tras nuestra visita a La Almoina, que coincida con el alcázar árabe. Su entrada la tiene por la Plaza de Luis Beltrán, donde se encuentra la casa natalicia del santo, en la actualidad en un deprimente estado. El Almudin, que significa “medida”, está datado entre los siglos XV-XVI, siendo la puerta principal, la que da a la calle de El Almudin, de arco de medio punto, estructurada por hermosas dovelas bien encajadas, abriéndose dos huecos a la derecha de la puerta y uno a la izquierda, hoy cegados. Es un rectángulo irregular, exento por todos sus lados. Su interior es espectacular, de planta basilical de tres naves, la central más ancha y alta, separadas por columnas, con capiteles distintos, que forman arcos desiguales en tamaño y forma de medio punto, peraltado de herradura, y apuntados, mientras sus paredes presentan dibujos religiosos y escenas populares, con nombres y fechas.

   Regresa el Viajero Maduro a la Plaza de La Almoina, caminando sobre  la ciudad romana y mora de Valencia hacia la calle del Palau, girando de seguido a la Plaza del Arzobispo, y situándose frente al PALACIO de BERBEDEL,que es en la actualidad el MUSEO DE LA CIUDAD. Fue de Los Duques de Villahermosa sobre el siglo XVII, Capitanía General a principios del siglo XIX, y posteriormente comprado por el Marques de Campo, para trasladar su propiedad al Conde de Berbedel ya en el siglo XX. La edificación del siglo XVIII fue remodelada durante el siglo XIX para devenir en una estructura señorial de un valor apreciable, pero al que se han suprimido la totalidad de las puertas interiores, dentro de un estilo barroco, presentando suelos tan variados como modernos, conservando techos de estuco y una pequeña capilla en estado perfecto, aunque producto de una evidente actuación moderna, con bóveda de cañón decorada en tonos azules, amarillos y blancos, que se contraponen al gris suave, realzado por continuos en rojo, de las paredes. La escalera principal lleva a la primera planta y está coronada por una cúpula cónica que da luz al recinto, otorgando al lugar un aire de precisionismo refinado, mientras que el último piso queda al descubierto el techado de maderos. La fábrica es exenta, irregular presenta tres alturas en el cuerpo central y una cuarta en los cuerpos laterales, la intermedia de mayor dimensión, donde los huecos están totalmente enrejados. La fachada principal cuenta con la particularidad de dos grandes puertas, separadas por un estrecho tragaluz, y que permite la entrada y salidas de carros, que acceden a un patio interior cuadrado, en cuyo centro hay una impresentable fuente con un feo caño por donde brota un continuo de agua; el conjunto da la impresión que la existencia de dos puertas responda a un tránsito de entrada y salida de carruajes, aunque se sostiene la posibilidad de que fuese, en algún momento, propiedad de dos hermanos.

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