sábado, 6 de octubre de 2018

04630: 51.NOTAS PARA UN IMPOSIBLE MANIFIESTO ANARQUISTA: 02.Cuarta Pre.Era: Del Estado a los Hijos del Estado: la SOCIEDAD como compuesta de Avanzados y Pueblo

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                                        El Estado comprende que tiene que gobernar)


      Dijimos que con la Tercera Pre.Era se fija la división clásica del Estado; así, el Conglomerado se reparte en tres conceptos como son el Iluminado, los Avanzados y la Sustancia Misma. Ahora bien, la Sustancia Misma deja de ser esa pasta uniforme que se extiende sin ámbito espacial y que al cobrar conciencia  de su existencia frente al Estado es cuando adquiere significado de PUEBLO. Ahora bien, la determinación histórica de Pueblo vendrá de la mano de los Avanzados Históricos cuando éstos logren hacer de la conciencia de Pueblo una agrupación de rediles. En este punto se evidencia, por primera vez, la SOCIEDAD como compuesta de Avanzados y Pueblo, pero lo será como resultado del Doble Hato y dentro del concepto de Estado. Ahora bien, si hablamos de la desaparición del Iluminado hemos de considerar lo que éste deja tras de si, que son dos concepciones de si mismo. Como Mito se viste para si mismo, como Héroe se pinta para los demás. De este modo es como el Iluminado se extenderá dentro de la Civilización que crea, de forma que la existencia de ambos se entrelaza en el propio conjunto que forman. El tiempo y el espacio, en su concepción natural, forjaran los cambios oportunos que propiciaran transformaciones históricas, de modo que unos Iluminados sucederán a otros y unas Civilizaciones serán vencidas por otras. Pero aquí lo que nos interesa es el ámbito puro del concepto Hombre Iluminado, como aquel que nace y muere, dejando tras de si esa Civilización que lo convierte en un concepto histórico aparentemente eterno. Sin embargo, cuando decimos que el Iluminado crea una Civilización, hemos de considerar que tal afirmación es el mero reconocimiento de atribuir al Iluminado la forja de un conjunto de caracteres que, en verdad, corresponden a los Avanzados, los cuales son, en sentido riguroso, aquellos que proporcionan la civilidad. Es importante comprender que de la esencia, ver a la Imagen Divina, deriva el amor al Iluminado como norma que ha de fijar ideas y creencias, costumbres y usos, evolución y estructuras. Así, hemos dicho, la concepción más intima del Iluminado es el MITO, su definición viene dada por ser parte de la estructura espiritual, su objetivo es imaginar lo que no existe, alterar de modo sustancial la realidad, proporcionando al pasado y al futuro motivos suficientes para hacer del presente, inventándola, la verdad. El Mito interviene de modo directo sobre la Topía, distinguiendo desde entonces entre una realidad natural y una realidad histórica. Dijimos, en su momento, como la Verdad era aquella parte de la Convicción Personal dada por la Imagen Divina, que nacía en el Hombre pero que era exterior al mismo. Pues bien, si con el Pensar, Inventamos, el Hombre Iluminado ejerce su Autoridad sobre la Verdad al recibirla de la Imagen Divina, transmitiendo la con la norma a través de los Avanzados, y con el Mito a través del Héroe. Es, asimismo, el Iluminado un modelo a seguir, un referente de comportamiento y habilidades, y resalta por su indiscutido prestigio, ya que  es aquel elegido entre los hombres para contemplar la explosión del Portento y su Revelación; aquí hallamos el sentido social del término, con una salvedad, la elección del elegido que hemos mencionado no se refiere a una nomenclatura de diputado sino al hecho irracional de designar sin elegir, dicho de otro modo, refrendar la evidencia de aquel que vio lo que el resto no vio. Este carácter mítico del mesías se refleja en una segunda concepción del Iluminado, que de Héroe muta en Héroes, es decir, los HÉROES, aquellos hombres que, sin contemplar la verdad de la Imagen Divina, se caracterizan por una parte esforzada que ve sin haber visto y cree llenos de la absoluta ceguera, porque esta invidencia se sustenta en la plena verdad de la Imagen Divina, en la fe. El Héroe es una prolongación del Iluminado; de modo que se muta el Iluminado en Héroe al objeto de permanecer algo más entre la Sustancia Misma, con el fin de propiciar el asentamiento de los Avanzados dentro de la estructura del Estado y a su frente. De este modo es como el Héroe queda fuera del Estado en cuanto a la norma estatal, permaneciendo como un elemento independiente, temido y respetado tanto por Los Avanzados como por el Pueblo. Su fuerza es su origen, la divinidad de su cuna, el asentamiento que del Iluminado en la tierra produce, redefiniendo el valor de la vida tras la desaparición del Iluminado. El Héroe es aquel que transforma una percepción en una realidad; efectivamente es con el Héroe que cobra la existencia un referente material de la concepción social de la vida. Si el Mito es el Iluminado en sentido estricto, resulta el Héroe una prolongación del Iluminado en una reencarnación en el hombre, es decir, el Héroe surge dentro del Hato, haciéndolo de un modo dispar al común de los hombres, caracterizado por su absoluta e irreprimible individualidad, con una admirable capacidad de envite frente al Iluminado, pero conservando en todo el amor que el Iluminado reclama como consecuencia cierta de su muerte. El Héroe es y vive en función de lo que así mismo se reconoce como el eslabón que une el proceso de la perfección o vida del Hombre y la misma perfección o muerte del Iluminado, de modo que es dentro de la Sociedad pero fuera del Estado. Esto último es un hecho singular en la Historia, una peculiaridad que corresponde a una parte del acontecer histórico y que formará parte de la tradición. Podemos decir que con la existencia de los héroes, el Iluminado adquiere la consideración de Mito; porque el Iluminado se prolonga en una melena de héroes. El Héroe vive la primera historia que, por su imposible realidad, abunda en el carácter nacionalista del Pueblo. Si la vida del Héroe es notoria y forja fama, la verdadera naturaleza del Héroe es su muerte, pero en el fondo el Héroe es un iluminado fracasado, aquí reside su desgracia, su infelicidad, su mortalidad. De lo que se trata es de ser un esforzado que fallece en el intento de emular la hazaña del Iluminado, esto es, ver a la Imagen Divina. Esta carencia del Héroe lo sitúa a medio camino entre ese fracaso y la enseñanza que trasmite. Ante el Héroe reacciona el Pueblo dignificándolo en la memoria, obrando en su recuerdo en una vía nacionalista que lo conduce por la Historia y lo aleja de la Anarquía. El Héroe, pues, es la manifestación corpórea que vive y sirve en el Hato pero, como dijimos, fuera del Estado.                

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