jueves, 11 de agosto de 2016

03068-13.APIOLAR: El lunar

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02740 (12.02.2016 - "Asesinato" era una palabra que lo hacía enloquecer de placer)

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No era mucho, un asunto relacionado con una especie de "lunar". En el primero de los asesinatos tuvo conocimiento de su existencia al oírselo mencionar a un agente, durante la investigación del segundo un pequeño papel se le quedo pegado a uno de sus dedos, de modo que se deshizo del incomodo agitando la mano y en especial el dedo. Julia retiro de la cara de Evelio el lunar al considerar que le afeaba. En el siguiente Amancio lo encontró, guardándolo en su mesa de trabajo, y finalmente Emeterio dio con el quinto de los confetis, que era ese que se había llevado para analizar. 

Severo, apoyada su panza sobre el borde la mesa, las manos cruzadas delante de la barriga, los ojos cerrados, caída ligeramente la cabeza hacia adelante, sentía el aterrizaje sobre si de una tullidura. Tal, lo que oía, no podía ser; ¿qué clase de chulo había tenido por alumno? No reaccionaba mientras percibía el olor del excremento y se veía baldado, sumiso a los acontecimientos. Pensaba, ¡eso si!, y consideraba que él era el comisario de aquella comisaria, reflexionando sobre su jefatura y meditando que ¿acaso? fuese en realidad el portero de la comisaria, y que todo aquello, ser el que manda, resultase ser un común cuento chino; ¡con perdón de los chinos!, rumiaba. Amancio presentía sus pensamientos.

Sentía no haberlo manifestado antes, pero pensó que aquellos negros papeles carecían de interés. Ahora, al contrario, caía en el asunto y tal vez en la importancia de aquellos confetis, que semejaban lunares por la disposición de los mismos en el rostro de las víctimas. Dos muchachos, una muchacha y dos policías. Aquellos en un cinematógrafo, estos en sus casas. No se conocían, no existía entre ellos ninguna relación fuera de la de vivir en la misma población. Pero a todos un denominador común los entrelazaba, aquellos lunares, es decir, una mancha. ¡Claro!, ¡una mancha!, ¡un defecto!, ¡una falta!, ¡un vicio!, ¡una mala costumbre! ¿Qué había en la vida de esas cinco personas que fuese una vergüenza?. Mandarían a Fina y a Marta en busca del oprobio que los reuniese en el mismo cruce de caminos. O tal vez eso fuese lo de menos, acaso era una tramoya de Crimen; pretender hacerles comprender que existía una plaza a la cual llegaban los caminos de todas las víctimas, y que ahí se encontraba el nexo para alcázar al criminal. Y además, sabían o pretendían saber que lo hacía por emulación. Podía ser, pero..., Crimen por emulación. Aparentemente, si. Al menos en los caídos en las salas de cines; simulaban lo acontecido en la película, se percibía una pretensión de imitación, no era una exacta copia pero si, podía concebirse la idea. Sin embargo, los dos policías ¿qué? En el fondo, con todo lo que se veía, de Crimen sabían que era un petardista, y del presunto plagio de los asesinatos un encantado paraje teatral. ¿De cuantos autores?, ¿y cuantos actores? Pues, veían, que estaba Crimen y, además, El Espesativo; ¡valla con éste otro!. Ambos reconocían, ¡que remedio!, que era una idea: "soy un criminal, se quién es el asesino, la justicia me perdona todas mis deudas y yo señalo al matador", ese mismo que ya había escrito al periódico, por no hallar, según decía, eco en la justicia, y para mayor convicción de lo que decía, sino publicaban su proclama, el Director del Lecant iría de cabeza a la tumba. ¿Era una generación de delincuentes inteligentes, cachondos..., lo que tenían ante sí? Fina dijo que a Crimen le daba lo mismo ser o no ser cogido, por esto era que todo cuanto hacia resultaba perfecto porque no temía, tal vez porque ni siente pasión por lo que hace, "como cuando tenemos que pasar una prueba, y de ese aprobado depende nuestro futuro, el trabajo, el sueldo, el bienestar, etc., lo mas fácil es que fracasemos, pero cuando la prueba ni nos pone ni nos quita esencia alguna en nuestra vida, la hacemos y la superamos sin aplicarnos en el intento. Tiene tiempo para prepararse, para ejecutar, para limpiara el terreno, porque no teme fracasar, porque no le importa fracasar. Veréis, a una guerra dos hombres van, uno deja atrás al amor de su vida y el otro deja atrás a nada, ¿quién de los dos tiene mas posibilidades de morir? ¿Comprendéis lo que digo", preguntaba la policía. 

Ambos hombres se miraron; buscarían ellas el ultraje.

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