sábado, 20 de enero de 2018

04121-31.NOTAS PARA UN IMPOSIBLE MANIFIESTO ANARQUISTA: 07.Primera Pre-Era: Del Círculo al Quicio

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    De este modo la Imagen Divina ha iluminado la mente de un Hombre, y éste a decantado sobre la Sustancia de Hombres el producto resultante; cuando este invento es admitido a conocimiento y aceptado como una iluminación, surge la aprobación del Conglomerado, quién de su contenido hace una realidad y constata el pensamiento como la verdad. De este modo es como una alucinación individual se convierte en un dogma social, en ética y en moral, en rasero de comportamiento, argumentación y justificación para condenaciones, exaltación de retorno a un paraíso de alegrías en compañía de un dios de paz o en compañía de si mismo; dicho de otro modo, el Cuento es la VERDAD. Y esto es así porque lo cierto es que un día, tal vez una noche, acaso nunca, el halo idílico o tenebroso, no sabemos qué es tentar las paredes de la caverna, en aquella oscuridad de luces se quiebra; tiene lugar el Portento. 

      La Imagen Divina se muestra al Hombre. Tal presencia tiene, por lo pronto, la capacidad de transformar al Hombre en la Espiral en el Hombre en el Cado.   

Nos situamos en este instante en el primer Punto de Inflexión que acontece en la Historia de la Humanidad. Cobra realidad la relación entre el Hombre y la Sustancia que lo realza, pero no podemos hablar de una Sociedad Humana. Lo que hace la Imagen Divina es delimitar el espacio en la Espiral, imponiéndose la Luz en la Oscuridad. No obstante es oportuno precisar que la Oscuridad es lo propio del Cado. LOBREGURA, luz en la oscuridad, significa que el Hombre deja de tentar individualmente las paredes del Cado, de modo que el alumbramiento permite que el Hombre se reconozca así mismo, reconoce que vive porque es parte de una Sustancia, y acepta su destino fuera del Movimiento Aleatorio, enfrentándose al Azar. En esta lucha de fuerzas es donde hallan su origen los Movimientos Mitológicos, es decir, los relatos, cuentos, narraciones, poemas, epílogos y otros más que serán enlazados, en su momento, por diferentes textos o en un tratado único o libro ejemplar. El Portento tiene la cualidad de despertar al Hombre en el Cado, quién ya conoce existe en la Lobregura una sociedad o relación de los hombres entre si bajo un concepto de Conglomerado. De esta forma el Hombre en el Cado adopta la forma de ser la primera vanguardia del Conglomerado, señala con su dedo el futuro, aventura un llegar a ser, sin que sepa qué, determina la existencia inexacta de los hombres y fluye, definitivamente, en él la idea esencial del hombre: el Estado. Aquí ha de advertirse que el concepto de Hombre en el Cado genera, en si mismo, una variante de la definición; por una parte es el conjunto de hombres que yacen en el Cado, por otra es la particularidad de aquel que es deslumbrado por si mismo e inventa la Imagen Divina. Con esto se dirige el grupo de las oscuridades a la luz de los tiempos, a los espacios calientes del sol en el infinito más abierto que ya la Espiral tiene preparado. 

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