miércoles, 10 de enero de 2018

04097-28.NOTAS PARA UN IMPOSIBLE MANIFIESTO ANARQUISTA: 04.Primera Pre-Era: Del Círculo al Quicio

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      Cómo se inicia esta relación Hombre-Conglomerado, su desarrollo, el aseguramiento que de la misma se produce, el ajuste de sus elementos, la conclusión en la que deviene, sigue palpitando en un halo de imprecisiones que requieren, para su comprensión, los más variados cuentos y narraciones como creencias, acertijos y determinaciones que la ignota imaginación ofrece con el solo destino de tener y poseer la razón, de modo que la realidad existe para ser desposeída de su realidad y trastocada en desproporciones interesadas, de lo que deviene, como síntesis personal, el carácter alucinatorio de la realidad, rompiendo la quietud. La SERENIDAD salta en pedazos cuando el Núcleo se pierde en las obscenidades del Pensar. Surge la agitación, el ruido, y se inicia el movimiento. La quietud se evapora; la humedad de la noche y el silencio impregnando la Carencia de Luz que eran porte del serenísimo Hombre del Circulo, se tornan luz, la misma luz que alumbra el carácter alucinatorio de la realidad. Ciertamente la luz tiene la propiedad de ofuscar la percepción del Algo y de la Cosa, arrastrando al Hombre por los turbios Cauces de la Espiral. La ALUCINACIÓN, luz en los cauces de la Espiral, es el puro reconocimiento de uno mismo; cautiva, seduce, ciega. De seguido será una pura derivada de los Núcleos Periféricos, con lo cual aumentará su poder mediante el deslumbramiento que acaeciendo en el Hombre tendrá por causa el alumbramiento de la Imagen Divina. Esta percepción de lo inexistente ejerce el derecho a tener razón por si misma, precisamente porque el Hombre la ha perdido, ya que se presenta desde este momento como el gran proveedor de las alucinaciones, cuyo consumo realiza él mismo para su gloria, lo cual le permite tener un principio en forma de historia, sin que por eso se prive a la existencia de su carácter eterno e infinito. En sentido estricto una Alucinación es el resultado de la fe; con la realidad que supone en la mente la percepción de una imagen que, creyéndose exterior, fluye en el mismo centro de la huida del Núcleo Central, el Hombre se encanta así mismo y arrastra a los demás. Nos seducimos porque somos nuestra propia atracción, de modo que nos ilusionamos y nos cegamos ante nosotros mismos porque somos la fe ante el azar. Esta primera lucha es la que mantenemos para escapar del Movimiento Aleatorio, y la iniciamos con la percepción de una imagen que tomamos por real y que convertimos en una idea, la cual trasladamos al resto de los que, instintivamente, admitimos como iguales. En este álveo nos encontramos que nos oponemos al Movimiento Aleatorio, estableciendo la primera relación como comunidad que, con el tiempo, nos lleva al concepto de Pueblo. En este punto iniciamos la relación Hombre-Conglomerado sobre el cauce y en un flujo sin retorno. Esta primera alucinación como acto de fe da lugar a un deslumbramiento, el cual será solo el primero de una serie interminable de razones para sostener la razón.     

       La Historia arranca, hemos visto, como resultado de un producto al que llamamos Alucinación: el Hombre percibe que es un Movimiento Aleatorio regido por el Azar. Esta primera explicación del origen de si mismo, Movimiento Controlado, se expresa, en primer lugar, con la transmisión oral de uno en uno y de uno en muchos, para concretarse, en segundo lugar, en un sistema de instrucción con la transmisión de muchos a uno.  

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