lunes, 17 de septiembre de 2018

04590-49.NOTAS PARA UN IMPOSIBLE MANIFIESTO ANARQUISTA: 07.Tercera Pre.Era: Del Origen al destino del Estado: El Primer Axioma

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04572 (08.09.2018 - 06.Tercera Pre.Era: Del Origen al destino del Estado: De la Obligación)

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04607 (24.09.2018 - 01.Cuarta Era: Del Estado a los Hijos del Estado)


     Contemplado de tal modo el Iluminado, la Sustancia Misma lo contempla como un ente superior así misma. Este carácter SAGRADO DE LO HUMANO traslada la contemplación de lo superior a un carácter ESTRICTO DE LO SAGRADO, de modo que ya es posible diferenciar entre lo humano y lo sagrado. Adquiere aquí el Iluminado una doble condición; por una parte de su esfuerzo personal al pensar la Imagen Divina, por otra la visión adquirida por la Sustancia Misma. Ambas condiciones se refunden en el carácter sagrado del Iluminado y en lo profano de la Sustancia Misma. El resultado es la DUDA RELATIVA,                

El Hombre como espectador de lo que acontece es lo que requiere el Hombre Iluminado para existir, de modo que sirve a los propósitos del segundo que la suma de los concurrentes satisfaga la existencia de ambos. Nos hallamos ante el PRIMER AXIOMA. Acceder a la Verdad, no entendida como parte de la Convicción Personal que viene dada por la Imagen Divina, es un don que busca ser encontrado, de modo que en Metafísica existiría una clara duda en determinar donde está ese exterior del Hombre al que reconocemos como Verdad y, lo más importante, si es reconocida por la Sustancia Misma o bien por el Iluminado. Porque en el fondo de la duda yace el fijar donde está la Verdad, si en la suma de hombres o en el hombre, ya que, la evidencia lo muestra, es de ordinario que un hombre adquiera la Verdad frente a la impotencia de un pueblo para asumir como masa que tal es la Verdad. Esta consideración es el Primer Axioma; determinar como cierto por el Hombre como espectador que existe un hombre superior al que llamamos Iluminado. Fijado este punto de partida, surge la Duda entre la Duda en Si Misma y la Duda Relativa. El Hombre como espectador duda de si mismo pero no duda de la superioridad del Hombre Iluminado; dudar de la Imagen Divina es, en Metafísica, un declaración de soberbia. La Duda Relativa adquiere aquí su dimensión más exacta. Así es como se establece por el Hombre como espectador un método que, evitando dudar de la Imagen Divina y de su representante el Hombre Iluminado, refiere la existencia de la Duda Relativa, considerando no admitir como verdadera cosa alguna, dividiendo las dificultades en cuantas partes sea posible y fructifique en una resolución, conduciendo el pensar desde lo más simple, y recontar y revisar hasta no estando seguro de omitir. Más, no basta. Lo antedicho es solo el valor de lo individual. Cabe añadir que encontramos un valor social de la Duda Relativa; así, seguir las leyes y costumbres, ser firme en las acciones, hasta en las más dudosas, alterar a los hombres antes que alterar el orden de la Imagen Divina, comprendiendo que el poder vive en el pensamiento, y aplicar la vida del hombre en la Espiral al cultivo de lo Posible.       

Sin embargo, la evolución más significativa, de cuanto ha sido dicho hasta aquí, recala en la conversión de cómo el Iluminado, tras inventar a la Imagen Divina, es el resultado inmediato de la Imagen Divina. Tal proceso procede de la Primera Pre.Era, se forja en los acontecimientos que delatan la Dispersión, y se fijan, en paralelo, a la constitución de la Sociedad que se define en la Cuarta Pre.Era.  

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