domingo, 25 de octubre de 2020

06088-117.IMPOSIBLES: Cómodo y La Cabra

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     Caminaba Cómodo Centón por el campo, entre pequeños montes de arbolado llenos, a la vera de un cauce de agua, bajo el manto azul de un cielo que parecía no tener fin, de sí mismo huyendo con la lentitud propia de unos pasos que no acertaban a saber hacia dónde vagaban, que llegó a sentarse sobre una roca mientras contemplaba el trotar de sus pasos hacia adelante, entretanto apreciaba sus pasos pasados quietos sobre el sendero por el que viajaba, zancadas remotas apenas un leve tiempo marcadas, que pregunto a las huellas dejadas y a las que estaban por ser dejadas, la diferencia entre las unas y las otras, no obteniendo, ni de las unas ni de las otras, réplica. 

     Pasaron unos pájaros volando que, en el interín, por pájaros a pie eran saludados con sus alas aleteando, los más pequeños revoloteando, pues volverán dentro de unos años. 

-¡Que dura es la separación! -le dijo el más viejo de los pájaros-

-¿Existe la separación? -preguntó Cómodo-

-Ellos se van

-Y ellos se quedan; y si ellos se quedan, ¿dónde la separación está?

- Pero ellos se van, de ahí que exista la separación

     "Luego era un cisma", se dijo para sí El Centón, "de modo que unos se van y se quedan otros"

     Y no hubo continuidad en la conversación. 

-¿Dónde vas?

-Al monte -respondió La Cabra-

-¿Al monte?

-Si, al monte; ¿no sabes que La Cabra tira al monte? -preguntó La Cabra- ¿Y tú?

-Yo, a la esclavitud voy

-¿A la esclavitud?

-¿No sabes que la persona tira a la esclavitud? -preguntó El Centón a La Cabra-

     Pasaba, también, el fulgor del agua sobre el lecho del torrente, en busca de su limen final, sin pararse ni para preguntar ni para responder.

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