jueves, 8 de julio de 2010

00209-3.EL DEPORTE: del pensar y del deporte

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Hace años, cuando Cómodo Centón, y por casualidad, se dejó llevar por el pensar, dijo: cuando los hombres dejan de pensar, quedan las guerras. Luego llegó la Evolución de Las Ideas y, con ellas, la posibilidad de que Cómodo Centón pudiera evolucionar, de modo que pudo corregirse así mismo diciendo: cuando los hombres dejan de pensar, queda el deporte.

El consuelo se mostró patente cuando Cómodo Centón dijo: siempre será mejor el deporte que la guerra, pero... ¿para cuando el pensar?

Hay personas, ahora mismo, sobre este mundo llamado Tierra, y los ha habido en otros tiempos, que han malvivido de sus pensamientos, de sus descubrimientos, de sus inventos, que por ellos los demás hemos salvado nuestras vidas, las hemos mejorado y somos capaces de vivir más años y hacerlo con mayor calidad de vida; y ha habido, y los hay, personas que se someten a las necesidades de otros, a los que cuidan, alimentan y dan esperanzas donde solo el dolor, la miseria y el olvido imperan.

Pero, ¿qué importa Fleming y su penicilina, Plank y sus cuantos, Edisón y su lámpara, Ramón y Cajal y su histologia frente a un balón colocado entre tres palos y una red?. ¿Qué importancia tiene el mundo de la verdad frente al mundo de lo ridiculo? ¿Qué interés tiene esa persona que, tras ocuparse de los demás en el mundo real de los olvidos, regresa a su casa y descubre que nadie le espera?

En el fondo, lo que subyace, de Cómodo Centón, allá donde ni el Centón llega, predomina el descanso de si mismo con la incierta esperanza de que todo acabará un día como un sueño imposible de convertirse en una realidad, pero que, de momento, es tan real como decadente, esto es, que un balón colocado entre tres palos y una red sea la irreal esencia de unas personas que han renunciado a pensar.

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