sábado, 2 de septiembre de 2017

03834-20.NOTAS PARA UN IMPOSIBLE MANIFIESTO ANARQUISTA: 03.Historia del Desorden y búsqueda del orden

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     Aquí nace el Estado concebido como idea dominante, pues es capaz de hacer leyes y de manipular a Dios, de modo que el Hombre queda definitivamente vencido desde el preciso instante en el cual pudo ver en el Cado aflorar la Imagen Divina. La razón toma la delantera, y lo hace dudando de la propia esencia de la verdad, pues si pudo vivir en el Cado y ahora lo hace en la plaza, bien podría ser que ni la caverna ni el exterior existiese, sino una razón dudando de si misma. Más esta duda de la duda implica perdición, trae peligros indefinidos, genera tempestades, impide la evolución. Y en estos momentos de duda surge la vieja idea: no se puede dudar de que dudo, porque dudar y su duda tiene un antecedente cierto como es la Imagen Divina, aquella que despertó al Hombre en el Cado. Pero a su vez nace la separata que es el futuro: es verdad todo lo que veo. Pero nace envuelta en el miedo de la religión: las ideas innatas. Lo único seguro es aquello que siempre me acompaña: el Estado a semejanza de Dios en su reino. Dios, los ángeles y las almas. Lo esencial es que en el ámbito de la plaza Dios queda asegurado, guardándose su aseguramiento en la Imagen Divina que se presentó al Hombre en el Cado. Dios es una cosa que existe de tal manera que para existir no necesita de nada exterior a ella; esto es, el Estado. En la plaza pública y mirando la entrada al Cado, ha logrado el Hombre hacer el más genial de los malabarismos: DIOS ES EL ESTADO. Y el estado natural del hombre es el alma; más de lo mismo. La idea es constreñir al hombre en un sin fin del proceso más metafísico que existe: materia muerta, alma, espíritu, dios. Esto es: esclavitud; felicidad en la esclavitud, miedo, terror a ser hombre, deseo de la protección de un invento llamado dios. Así, el Hombre del Cado, ahora en la Plaza, ha logrado ser nada. Para ejercer el Derecho necesita del poder del Estado, de igual modo que la Religión para existir en el Hombre necesita prenderse del Estado. En este punto es donde el Hombre echa el cerrojo a su prisión; tiene que salir para recuperar la verdad perdida con la aparición de la Imagen Divina. Esa verdad, sin embargo, no es lo primordial, es solo la justificación. Sabe que el Estado es la venida de dios a la tierra, y comprende con claridad, una parte del hombre, que la dicha depende de su individualidad; utilidad, querer, la fuerza, el hecho, la certeza y la evidencia personal. Para salir del Pre-estado logra el Hombre refugiarse en el Cado; en este lugar, tras la aparición de la Imagen Divina, reflexiona y fundamenta el Contrato Social Político sobre columnas: Ley y Religión. Posteriormente la Ley se transforma en Derecho y de éste emanan las leyes, de igual modo que de la Religión surgen los dioses y de éstos Dios. Que la Religión es un asunto del Estado no cabe duda, ya que, como dijimos, son hijo y padre.

     El Estado ha dejado de ser el resultado de una necesidad del Hombre para crear esclavos. En la plaza pública el principio de la igualdad entre los hombres requiere la presencia de los guardianes y los productores, pues ambos, los esclavos, protegen y alimentan a los nobles para el sostenimiento del Estado. A la educación y a dios es preciso añadir la moral social y la ética personal. El Esclavo sirve por convicción; puede morir por el Estado. El gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo nace del absolutismo estatal para salvar al Estado. Así tanto el Derecho como la Religión sufren el ataque de las ideas. El Derecho tiene que ser cambiado sobre el principio de la igualdad de los hombres, lo común está por encima de la diferencia ya que la idea de Estado surgida en el Cado escenifica una idea de bien común dentro del benefactor estado; de otra manera no cabe considerar el abandono del Cado por la Plaza Pública. El Hombre, sin embargo, confunde sus conceptos individuales y sociales. Se aferra a las profundidades de su esclavitud y se pierde en la ignominia del pensamiento errático. Hay que liberar al Hombre, lo que se hace en la plaza mediante la enseñanza y contra el hombre, a su pesar, que no quiere ser liberado; aquí las leyes son esenciales y deben ser redactadas sin atender a un orden metafísico trascendente, sino con la única realidad que existe: la ciencia. Por otra parte y sin olvidar que la Religión es para las grandes masas y es una cuestión del alma, debe de imbuirse de la razón como lo viene evidenciando la multiplicidad de demostraciones de la existencia de dios, quién crea y pone en marcha la existencia del mundo, siéndole imposible intervenir en el desarrollo natural de su proceso evolutivo, el cual se encuentra en manos del Hombre y de su hijo la Ciencia.

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